Oh, más dura que password a mis quejas.

AutorIwasaki, Fernando
CargoUso de la tecnología moderna en la vida cotidiana

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

UNO

Cuando Umberto Eco publicó Apocalípticos e Integrados (1965), la informática y la tecnología digital eran rudimentos tan primitivos que nunca pudo imaginar que medio siglo más tarde, entre ambas trincheras deambularíamos como Fabrizzio del Dongo los "discontinuados"; individuos arcaicos, inútiles y vetustos que ni estamos a favor de la máquina de escribir ni en contra del Google Docs Online, aunque a duras penas aprendimos a usar el Word Perfect 5.1. Los "discontinuados" queremos integrarnos, pero cada actualización la vivimos como un apocalipsis porque la última versión de cualquier programa siempre nos sorprende tratando de aprender la trasantepenúltima.

DOS

Procuro leer todo lo que puedo acerca del presunto cambio de paradigma cultural que conlleva la hegemonía de los recursos digitales, porque admito que simpatizo con muchos de los argumentos expuestos por Jordi Llovet en Adiós a la universidad (2011), por Javier Marías en Lección pasada de moda (2012) o por Mario Vargas Llosa en La civilización del espectáculo (2012). Sin embargo, como también se me antojan convincentes las razones de Eloy Fernández Porta en Homo Sampler. Tiempo y consumo en la Era Afterpop (2008), de Jordi Gracia en El intelectual melancólico (2011) o de Daniel Cassany en su En_línea. Leer y escribir en la red (2012), ya no sé quiénes son más apocalípticos que otros, pues advierto un regodeo cachito sádico a la hora de certificar la defunción del papel, las librerías, las bibliotecas y el acto mismo de escribir cualquier línea que no sea "en línea", oxímoron tan curioso como "bomba inteligente" o "carpintería metálica".

TRES

Si fuera cierto que la red, las nuevas tecnologías y los recursos digitales que el ciberespacio pone a disposición de los usuarios están cambiando nuestra forma de leer y escribir, nuestra manera de almacenar y memorizar información, nuestro concepto de los derechos de propiedad y hasta nuestra relación con los objetos físicos y tangibles del mundo material, me pregunto si podríamos extrapolar nuestros temores y entusiasmos lingüísticos a otras esferas de la vida cotidiana con los mismos resultados. A nivel hipotecario constato que es verdad, porque el espacio que creía que era mi casa en realidad le pertenece al banco, ya que nunca tuve virtualmente en mis manos el dinero real con el que pensaba que la había adquirido. Pero la economía no es un ejemplo seguro, porque ni los expertos las tienen todas consigo a la hora de explicar por qué sube la prima de riesgo, qué cosa es un tipo de interés y cómo trabaja una agencia de calificación. No, para que el personal comprenda en qué consiste el cambio de paradigma, deberíamos preguntarnos si las TIC van a cambiar nuestra forma de ligar e incluso de hacer el amor.

CUATRO

El sexo es el segundo asunto que...

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