Ofertas de infarto

Por PeriodistaEn estos días escuchamos a los dos candidatos hablarnos de puertos, carreteras, aeropuertos. Nos prometen que construirán un mundo de niños bien educados y mejor alimentados, un mundo donde los policías cuiden nuestras vidas, nuestras calles, nuestras familias. Y todo eso está bien, pero mientras el desconcertado ciudadano escucha esta lluvia de ofertas, su cotidianidad lo estrella, una y otra vez, contra una crudísima realidad en la que el Estado no funciona ni para las cosas más elementales. El martes 24 vimos cómo la policía, el Poder Judicial y la fiscalía se tiraban la pelota por haber liberado a cinco delincuentes de la banda Rápidos y Furiosos a pesar de que habían sido pescados con armas y drogas, a punto de delinquir. Ese mismo día escuchamos al gobernador de Madre de Dios, el señor Luis Otsuka, oponerse férreamente a la declaratoria de emergencia que se ha dado en su región para combatir la contaminación por mercurio, que afecta a los niños y adultos de las comunidades nativas. El viernes 20 vimos cómo un bus del Metropolitano invadía la ciclovía de la avenida Arequipa porque había un accidente, y sus pasajeros estaban apurados. Desde la semana pasada venimos escuchando a los trabajadores de la Sunafil, entidad encargada de verificar que se cumplan las reglas laborales en las empresas privadas, quejarse porque les deben plata, no tienen uniformes ni cuentan con muebles para trabajar...

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