Nombrar es recordar

Por Gonzalo Torres del Pino-Publicista, actor y conductor de TV -El emblemático grupo de teatro Yuyachkani lleva por nombre una palabra quechua que la traducen como ?estoy recordando? o ?estoy pensando?, palabra que define su esencia y hecho teatral. Es, de alguna manera, hacer presente el pasado y ese ?vivir el presente? va al meollo de lo que es el hecho teatral en sí mismo. Así también los nombres de las cosas guardan la historia de ellas mismas, más aún los nombres de los lugares. Cada sitio en la ciudad lleva, en mayor o menor medida, el recuerdo y la historia de su proveniencia que es, en esencia, la historia de la ciudad y por ende la historia de los limeños.Los antiguos nombres de las calles de nuestro centro histórico son el ejemplo perfecto de lo antedicho. Al contrario de nuestras costumbres actuales, cada cuadra llevaba un nombre distinto que hacía eco o evocaba a figuras, hechos o actividades pretéritas y cada una cuenta una parte de la historia de la ciudad. Hay algunas calles cuyo origen es conocido u obvio como, por ejemplo, Mercaderes o Portal de Escribanos que nos recuerdan los oficios que allí se establecieron y que nos cuentan, físicamente, la dinámica histórica de la ciudad, en algunos casos estableciendo una continuidad temporal: Mercaderes es la tercera cuadra del Jirón de la Unión, calle muy comercial hasta el día de hoy. Hay una vieja callejuela en el barrio del Rímac que hasta el presente se llama Camaroneros y que nos recuerda que el río Rímac alguna vez nos proveyó de aquel riquísimo crustáceo. Hay otros nombres menos obvios o que su origen está perdido en la leyenda como Yaparió o del Huevo que aunque su origen es incierto, la leyenda misma nos recuerda el carácter y la personalidad...

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