Neymar y Messi, la sociedad

Por Jorge Barraza. ColumnistaFirmó el contrato, hizo la sesión formal de fotos y la presentación ante 56.000 personas en el césped del Camp Nou. Así se inició la historia de Neymar con el Fútbol Club Barcelona. Son las primeras líneas de un libro que promete muchos capítulos.Pocas veces el fichaje de un futbolista adquiere ribetes tan mediáticos y rutilantes como el de este chico de 21 años, de quien el Brasil entero insiste en que es un fenómeno para la historia, pero que fuera de sus fronteras el hincha, sobre todo europeo, aún no ha podido comprobarlo.Barcelona cerró un ciclo. El nacido con Pep Guardiola, que se prolongó otro año con Vilanova y Roura, debido más a la brillantez del equipo, a su memoria como tal, que a la pericia de estos últimos, al fin y al cabo dos buenos ayudantes. Pero iba embalado y en bajada. Y con el envión le alcanzó para ganar una Liga más. Ahora necesita urgente una cirugía reconstituyente. Tres o cuatro refuerzos (pero refuerzos en serio), que le devuelvan poderío futbolístico, frescura al toque, contundencia ofensiva. Se dio cuenta de que no le alcanza ni con Messi haciendo 80 o 90 goles por año (algo descomunal si nos detenemos a pensarlo).Y esa primera inyección de vitalidad es justamente Neymar. ¿Qué puede darle Neymar al Barza?? Habrá que ver. Potencial tiene mucho. Las incógnitas que el ambiente del fútbol se plantea están referidas más a su personalidad que a su juego. Un muchacho, en apariencia, inclinado en exceso a los peinados, los bailecitos en la celebración de los goles, el carnaval carioca, las redes sociales, las innumerables publicidades, las monumentales bellezas femeninas que rodean a los jugadores, la dependencia con su padre y agente. Hay inquietud por todo lo que involucra Neymar de la raya de cal hacia afuera.En casi cincuenta años de fútbol no hemos visto otro jugador con tal impulso mediático y de márketing. Ni Beckham. El tema es cómo encajará en un vestuario liso, sereno como es el del Barcelona, cuyo plantel es como una música de fondo, que uno apenas percibe. De pronto llega la estridencia de Neymar, con sus tamboriles, sus peinados multicolores, sus aretes y su sonrisa de un millón de dólares. Los otros son tipos callados, de cabello corto, que vienen en jeans y en zapatillas; suponemos que se cambian casi en silencio y salen al campo como unos contables entran en su oficina. Hasta nos cuesta creer que Xavi, Iniesta y Messi se gasten bromas. Luego dan recitales sobre el césped...

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