Neurosis metálica

Por Historiadora?Por el bien de los peruanos, ojalá que alguno de los presidentes se salve?, declaró un apesadumbrado Luis Thais ante la noticia del presunto soborno de Odebrecht al ex jefe de Estado Alejandro Toledo. Días antes un ex viceministro del gobierno de Alan García, Jorge Cuba, y otros funcionarios más fueron acusados de cobrar coimas millonarias con la finalidad de favorecer a la empresa brasileña. En una de las escenas más delirantes de una saga que recién empieza, Cuba, quien debe dar cuenta de ocho millones de dólares de los contribuyentes, regresó al Perú con una Biblia bajo el brazo mientras demandaba respeto por su ?presión arterial?. Toledo tenía la obligación de continuar la cruzada democrática iniciada por el gobierno de transición del doctor Valentín Paniagua ?luego de la fuga del hoy reo Alberto Fujimori? pero su mesianismo le hizo olvidar que lo urgente, a inicios del siglo XXI, era reformar al Estado. Porque en un sistema republicano los hombres pasan mientras las instituciones perduran. A la luz del nuevo escándalo de corrupción que nos embarga, resulta obvio que el Estado Peruano sigue siendo el botín de los depredadores de siempre. Por ello me permito discrepar con la presidenta del Congreso, quien opina que estamos ante una situación ?inédita de corrupción?. Cabe recordar que hace más de un siglo Manuel González Prada detectó el problema que hoy tanto sorprende a Luz Salgado acuñando la frase ?neurosis metálica?. Una enfermedad que, de acuerdo con el autor de ?Pájinas libres?, aquejaba a los ?mercaderes políticos? que, como fue el caso de Alberto Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, saquearon los caudales de un Estado debilitado por la guerra y la ineptitud. El libro de Alfonso Quiroz, ?Historia de la corrupción en el Perú?, resume lo sistémico de un problema que nos aqueja desde antiguo. Apuntando, asimismo, al daño que la corrupción ha causado al desarrollo y bienestar general. Caer en la tentación de lo ?inédito? imposibilita diagnosticar poderosas continuidades que inevitablemente culminan en el robo a mano armada contra la sociedad peruana.El destino ha querido que cada destape de la saga Odebrecht coincida con un nuevo y devastador huaico. Una situación que no hace más que hacer visible la pobreza, además de la ausencia de infraestructura de la que sufre el Perú. Lo que puede relacionarse no solo con la mala administración de los caudales públicos, sino con la peculiar manera como ha sido organizado...

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