Un año negro

Cuando ya estamos en la recta final del 2012, resulta conveniente presentar un balance de lo que nos deja este ciclo anual en cuestión de derechos humanos. Nadie en su sano juicio puede negar que este no solo ha sido un año negro en esta materia, sino que acumula el mayor número de violaciones de los derechos humanos de la revolución bolivariana.

La salida de Venezuela del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos, es decir, la Comisión y la Corte, le abrió los ojos al mundo sobre la intención del gobierno bolivariano y su deseo manifiesto de no seguir aceptando las recomendaciones que el organismo regional le hacía, sobre todo cuando estas recomendaciones y dictámenes eran contrarias a sus designios.

El asunto de los presos políticos sigue siendo una gran angustia ciudadana y constituye una justa reivindicación exigida por la sociedad democrática. El ensañamiento contra la jueza Afiuni como una oscura elipsis de la venganza de la familia presidencial no tiene antecedentes en Venezuela sino, como es lógico, en aquellos momentos de largas dictaduras en que la justicia era una prolongación de los deseos del presidente.

Igual ocurre con el comisario Simonovis y los ex miembros de la Policía Metropolitana condenados con una serie de pruebas que no resisten el menor análisis porque están basadas en una serie de falsedades. Constituyen, por lo demás, una muestra evidente de las persecuciones políticas y judiciales contra quienes piensan diferente y se atreven de disentir del régimen.

Las cárceles siguen siendo noticia mundial por los hechos contrarios al respeto de los derechos humanos que allí se cometen...

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