Negligencia y maltrato

Por Pedro Ortiz Bisso. Periodista

Si tropezar con la misma piedra fuera un deporte olímpico, el cuadro medallero estaría repleto de políticos peruanos. Los organizadores tendrían que construir un podio gigantesco, de un material sumamente resistente, para dar cabida a tanto amante de la equivocación que pulula por estas tierras.

Además sería imprescindible fabricar cantidades industriales de preseas para premiar ese entusiasta afán que se apodera de ciertos personajes por quebrar una y otra vez los récords de desaciertos.

Entre quienes encabezarían esta competencia del error, la alcaldesa de Lima tendría un lugar preferente.

Estaba previsto que el lunes se iniciara el proceso de empadronamiento de los taxistas de la ciudad, lo que en cristiano significa la primera etapa de la formalización de los miles de choferes que se ganan la vida dando vueltas por las calles 12 o más horas al día a cambio de 30 o 35 soles de ganancia.

Sin embargo, los módulos instalados por la municipalidad de Lima carecían de equipamiento básico y el personal a cargo de ellos no disimulaba su desconcierto.

Aunque ayer la situación mejoró, ¿por qué anunciar algo que no se puede hacer? Esta pregunta simple no parece tener respuesta en las oficinas de la comuna metropolitana, que con su desidia le ha hecho perder tiempo valiosísimo a personas para quienes una hora perdida significa menos soles con qué comer ese día.

El problema radica en que con actitudes negligentes como esta se dinamita la confianza, valor que la autoridad municipal debe defender con uñas y dientes, más aún en un proceso de formalización tan duro y delicado como este.

Si es cierto que en Lima existen unos 200 mil taxis (el Setame solo ha autorizado la...

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