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Por gonzaloPrialéEl Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Algunos economistas argumentan que el desempeño macroeconómico de un país pequeño y abierto como el Perú depende fundamentalmente de su suerte, de si el contexto internacional es bueno o malo. Y esto se mide a través de los términos de intercambio (TI), que es la relación entre el precio de nuestras exportaciones y el precio de nuestras importaciones. Con esta lógica, los problemas comienzan cuando se agota el ciclo de precios y los TI decaen. Entonces se genera déficit fiscal, pues estos países gastan mucho improductivamente en la época de vacas gordas, y después les resulta imposible reducirse. Así, al llegar las vacas flacas, cortan inmediatamente el gasto en inversión y el gasto corriente para el mantenimiento de obras de infraestructura. Cuando crecemos, crecemos improductivamente; y cuando nos reducimos, lo hacemos improductivamente también. Vistas así las cosas, seríamos un país incapaz de solucionar sus problemas, sujeto al sino de los precios internacionales. ¿Debemos resignarnos? Si nos resignamos, perderemos la oportunidad de dejar atrás la pobreza como hicieron Singapur y Corea del Sur, que eran tan pobres como el Perú en 1960, o algunos grandes exportadores de materias primas, como Noruega, Australia y Canadá, que lograron desarrollar su mercado interno. El Perú necesita objetivos claros. Acertadamente, Alfredo Thorne ha explicado que se necesita reactivar la economía mediante el destrabe de inversiones en el corto plazo, y la reforma del sistema de inversión pública en el largo plazo.Efectivamente, ante la inversión minera parada por los conflictos sociales y el...

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