Navegar con Ahab y escribir con Bartleby

Por enrique planasB artleby es un joven copista que trabaja en una oficina de Wall Street. De repente, un día cualquiera, decide dejar de escribir argumentando simplemente: ?Preferiría no hacerlo?. Nadie sabe sus razones y su jefe no sabe cómo encarar tan suave rebeldía. Más bien siente compasión hacia aquel escribiente que no cumple ninguna de sus órdenes. Cuando la poeta Rosella di Paolo leyó por primera vez ?Bartleby, el escribiente?, una de las narraciones más originales y conmovedoras de la historia de la literatura, lloró. Estaba fascinada por el relato de Herman Melville, escrito en 1856, anticipándose a Kafka en su registro de lo extraño instalándose en la realidad cotidiana. Tiempo después empezó a escribir poemas sobre él. Luego releyó ?Moby Dick? (1851), intentando encontrar algo de Bartleby en la obra maestra de Melville. Y luego absorbió obsesionada el resto de la obra del escritor estadounidense. Todo por Bartleby. Luego sus poemas dejaron entrar al intrépido capitán Ahab, como contrapunto para el inactivo escribiente. Yin y yang.Terminar ?La silla en el mar?, poemario que recientemente presentó en la Feria Internacional del Libro de Lima, le demandó 15 años (?Tablillas de San Lázaro?, su libro previo, fue publicado en el 2001). En sus versos pone a dialogar a los personajes de Bartleby y Ahab, pero también vincula muchas otras referencias: Gauguin, José María Eguren, Capitán Nemo y su Nautilus, incluso los molinos de don Quijote. Y por supuesto, Lima, ?la ciudad más triste? como la llamara el mismo Melville tras conocerla en uno de sus viajes, y que probablemente le inspiró la piel pálida de su inmortal cachalote. ?¿Qué significa tomarte 15 años para escribir un nuevo poemario? Este es el libro más raro de todos los que he publicado. En los anteriores iba escribiendo poemas y después llegaba el momento en que buscaba cuáles de ellos tenían ?la marca de tribu? para que pudieran entrar en un libro. Pero eran poemas sobre distintos temas. En cambio, con este libro ocurrió que me vi obsesionada con el personaje de Bartleby. ¡Todo lo que he escrito en estos años ha sido solo sobre eso! Ya no tenía que estar buscando la marca de tribu. Vivía en estado de tribu. Eso es lo raro. Nunca había concebido un libro de forma tan estructural. Fue como construir una novela. O por lo menos, este poemario es un homenaje a la novela. Creo que estoy publicando este libro para salir de este estado alterado. ?Tu libro se debate entre los personajes...

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