Cuando nadie tiraba de tres puntos

Por Escribe: Ignacio MedinaFicha del libro ?mama, yo no quiero ser gastón? (editorial planeta) Un libro de artículos y ensayos que piensa, con filo y sabor, lo ocurrido en la cocina peruana en la última década. Los textos de Medina son una concisa y reflexiva recopilación que nos acerca a conocer todo lo que aún nos falta por hacer si queremos tener ?la mejor cocina del mundo?. Aquella tarde de otoño del 76 nos presentamos en las oficinas de la Liga de Educación y Descanso, en Madrid, dispuestos a inscribir nuestro equipo de baloncesto. Queríamos seguir jugando, como habíamos hecho en la escuela y el instituto, pero la universidad española de la época era propicia para cualquier cosa que no fuera el deporte, de manera que decidimos cambiar de aires hacia la única competición posible para un equipo sin pasado, casi sin presente y con poco futuro a la vista. La idea del nombre tomó forma algo más tarde, rodeados de cervezas en la barra de un bar, y se aprobó por aclamación: Atlético de Pekín. Nos pareció suficientemente provocador y divertido como para acompañarnos por las canchas madrileñas de baloncesto durante la temporada. Luego empezamos a pensar que el nombre nos iba a traer complicaciones, pero allá que nos fuimos mi amigo Manu y yo con la documentación bajo el brazo ?ni me acuerdo donde quedaba; desapareció con la democracia, como tantas cosas de la vieja España? hasta una oficina donde nos atendió una mujer con grandes lentes y el pelo cardado. Fue recibiendo toda la documentación: los datos de los jugadores, las fotocopias de los DNI y la solicitud para que se nos asignara una cancha. Cuando llegó a la hoja de inscripción del equipo, dio un respingo. Había leído el nombre. Volvió a leerlo, nos miró por encima de los lentes y lo tachó con un lápiz rojo. ?No vale?, dijo. ?¿Por qué? Es como otro cualquiera?. Donde esperábamos una explicación llegó la sentencia: ?Tienen que cambiarlo?. Nos miramos buscando una alternativa hasta que Manu dijo ?BEI?. Nadie entendió nada. Ni yo, ni mucho menos la funcionaria, pero imagino que le alegró encontrar un nombre que se ajustara a la ortodoxia, por muy absurdo que...

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