Las muchas virtudes del yen

Los últimos serán los primeros, y los primeros, últimos. Un tema naciente en los mercados financieros es que los títulos valores que generaron abundantes retornos en la era de baja inflación, demanda enfriada y tasas de interés cero como las acciones tecnológicas estadounidenses están bajo presión, mientras que los activos que tuvieron desempeños atroces en la década del 2010 (acciones petroleras, mineras y bancarias) están resistiendo bien. Si un título es barato, a prueba de inflación y antaño fue detestado, es cada vez más atractivo para el capital.

Es el caso del yen, la ignorada divisa de la economía grande menos proclive a la inflación, Japón. Otrora, poseía una sólida reputación como refugio, al igual que el franco suizo o el dólar estadounidense. Si se desataba una tormenta, el yen entraba en rally, aunque eso no ha ocurrido recientemente. En las volátiles semanas desde el inicio del 2022, su precio casi no se ha movido frente al dólar. Ni siquiera la invasión de Rusia a Ucrania cambió la tendencia inmediatamente.

El yen es la divisa barata que sigue abaratándose y su bajo precio ahora es visto como una virtud obvia. Japón sigue siendo el mayor acreedor del mundo. Sus activos externos netos, lo que sus residentes poseen en el exterior menos lo que adeudan a extranjeros suman alrededor de US$ 3.5 millones de millones, casi el 70% del PBI japonés. Algo es inversión fija, como fábricas y edificios de oficinas, pero otra parte está en depósitos bancarios y en acciones y bonos, que son activos muy líquidos.

En periodos pasados de alto estrés, como la crisis financiera de 2007-2009, inversionistas nerviosos llevaron capital a Japón, con lo que el yen se apreció. En ciertas ocasiones, el efecto fue dramático. En octubre de 1998, cuando la crisis en torno al colapso del fondo de cobertura LTCM alcanzó su punto crítico, el yen subió de 136 a 112 por dólar en cuestión de días. Rallies como ese le dieron su reputación de refugio seguro: cuando hay problemas, hay que comprar yenes.

Pero últimamente, no ha funcionado de manera tan fiable. Hubo un cambio importante con la reelección de Shinzo Abe como primer ministro, en diciembre del 2012, y el nombramiento de Haruhiko Kuroda como gobernador del banco central de Japón. Una meta clave de la entidad fue desterrar la deflación crónica mediante una política monetaria radical que incluyó enormes compras de bonos y acciones.

Un resultado de la sostenida emisión de dinero fue un yen mucho más débil...

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