DE LA MONTAÑA

Por Aldo vela carrilloValiente qorilazo, hinca las espuelas e infla el pecho, amo del mundo que se rinde a los cascos de su caballo. Porque el horizonte nunca es el mismo desde la silla de montura, y la estirpe se impone donde quiera que se cabalgue. Ya sea en el caprichoso verde de la pradera chumbivilcana, ya sea en la árida pampa de Lima, donde los hijos de la migración levantan el indispensable coso taurino.Chumbivilcas es una de las trece provincias del Cusco. La elegancia y arrogancia de sus moradores la deben, quizás, tan solo quizás, a la posición que en la sociedad andina tienen aquellos cuyo patrimonio se sustenta en la ganadería, los pastizales y la jinetería.En su caso , el arte de montar es parte de su tradición, identidad y herencia. Y tal es la pasión que cuando a los migrantes asentados en Lima se les da por celebrar alguna fiesta brava, lo hacen a la usanza de los jinetes de España, que rigen el capote desde la silla, tal como se aprecia en las arenas del Fiesta Brava de Zárate (cdra. 9 de la avenida Lurigancho, para mayores señas), cada vez que se reúnen los hijos de la santa tierra a arroparse en nostalgia y añoranzas.Porque la raíz y la cuna se encuentran en esta magna tierra de donde emana el señorío y leyenda de Chumbivilcas. Corazón nativo hasta donde se embelesa el lente del maestro Sergio Urday, responsable de la fotografía de ese magnífico impreso que la empresa Hudbay pone al alcance del respetable. Un aporte que es la simiente de una patria aparte, que es la cuna chumbivilcana, y que apenas se atisba en las reverberaciones que...

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