Modernidad Líquida

Por RICHARDWebbApenas parido, el nuevo milenio fue bautizado como la Modernidad Líquida por el filósofo Zygmund Bauman en su obra publicada, muy oportunamente, en marzo del año 2000. Bauman describía una sociedad arrancada de sus raíces ancestrales de familia, comunidad y religión, y sometida a una creciente individualización. La cara bonita de ese cambio era la liberación humana, jóvenes que podían darse el lujo del experimento y del cambio frecuente, de una vida casi flotante, entre países, estudios, empleos, amistades y matrimonios. Aparentemente, hasta el género se vuelve materia de decisión propia. El sociólogo Richard Sennett afirma que, en la actualidad, los trabajadores norteamericanos que tienen educación superior cambian de empleo once veces en sus vidas.Pero las noticias están dominadas más bien por las caras feas de la modernidad líquida. A nivel nacional la cara fea es un carácter crecientemente azaroso de la democracia representativa, mientras que a nivel personal consiste en un aumento alarmante en la delincuencia e inseguridad. En ambos casos, las caras feas son consecuencia directa del carácter licuante de la modernidad, o sea, la erosión de las instituciones tradicionales de control social, en especial la familia, la vida comunitaria y estrechamente vigilada de las sociedades rurales, la religión, la fuerza del sentir nacional, las autocracias, y los partidos políticos. La licuación de las instituciones tradicionales nos deja sin los principios organizativos y los instrumentos de ordenamiento necesarios para que los procesos electorales eviten ser un juego de ruleta. La reciente precariedad de esos procesos en muchos países se atribuye mayormente a la erosión de los partidos tradicionales, como ha sucedido no solo en el Perú sino en los Estados Unidos y en casi todos los países de la OECD, y en un gran número de países en...

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