Modelo económico y democrático: lo que está en juego

Según un reciente informe del INEI, la población económicamente activa (PEA) con empleo adecuado ha crecido 13,2 puntos porcentuales en el período 2001-2009. Paralelamente, el Banco Mundial ha publicado el estudio ?Perú en el umbral de una nueva era: lecciones y desafíos para consolidar el crecimiento económico y un desarrollo más inclusivo?, que constituye una actualizada radiografía que no puede pasar desapercibida.

A estos estudios agreguemos los de las agencias globales de inversión y riesgo-país, que nos confirman que estamos atravesando un período de histórico crecimiento macroeconómico, de más de 5% del PBI anual, lo que no se alcanzaba desde la década del 60.

Esto no es casual. Se explica por una política de Estado consistente e impulsada por los dos últimos gobiernos, que ha permitido mantener un clima de estabilidad política, libertad e institucionalidad democrática, y un modelo de economía social de mercado que ha potenciado el crecimiento. El Perú es hoy un país solvente en el concierto internacional y con altos niveles de exportaciones y reservas internacionales que responden a la política de apertura e integración comercial, simbolizada en los tratados de libre comercio.

Dicho esto, tenemos que ser realistas y reconocer que, a pesar de todos estos avances, resta todavía mucho por hacer.

Tenemos que afirmar una economía sólida con mayor productividad y valor agregado en las exportaciones, así como fortalecer la institucionalidad democrática con ciudadanos maduros y responsables que ejerzan sus derechos pero también sus deberes. Pero, para que este crecimiento económico sea armonioso, debe ir aparejado con más transparencia, eficiencia y equidad en las políticas de redistribución y bienestar. Esto es, reducir los niveles de pobreza (que aún superan el 30%), fomentar el empleo formal y lograr que el Estado sea más dinámico y menos corrupto y pesado para cumplir sus obligaciones básicas de garantizar apoyo social a los menos favorecidos, y seguridad, salud y educación de calidad para todos.

Hay, pues, una deuda social pendiente que no podemos soslayar, lo que debe mover a los gobiernos a hacer una severa autocrítica...

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