El milagro de los panes y peces

Por Richard Webb (*)

Cuando se trata de comida, la cocina peruana es nuestro segundo milagro. El primero se produjo en los campos de cultivo.

Retrocedamos a 1900 y pensemos en el ministro de Estado responsable de la agricultura de entonces. Le cuesta dormir cuando piensa en los escollos que enfrenta su sector. La producción de alimentos dependía de terratenientes que vivían lejos de sus propiedades, beneficiándose de rentas sin preocuparse de mejorar sus tierras, y de una gran masa de pequeños agricultores que carecía de los instrumentos necesarios para la modernización. ¿Y para qué producir más si no había caminos ni vehículos para trasladar los productos a los mercados? Solo ciertos cultivos de muy alto valor justificaban la odisea del transporte a mula; el resto tenía que ser consumido allí donde se producía. La tecnología era tan primitiva que el campesino vivía una zozobra permanente. Uno de cada cinco moría antes de cumplir 1 año, pocos pasaban los 40 y el hambre era normal. El ministro rezó a su ángel guardián: ?¿Qué puedo hacer??.

El ángel respondió: ?Señor ministro, su problema es insignificante. Usted es responsable de alimentar a solo tres millones de personas. Al cabo de un siglo, habrá diez veces más ?treinta millones de peruanos? y todos pidiendo comida?. El pobre corazón del ministro no resistió la noticia.

La predicción del ángel se cumplió y, efectivamente, la población aumentó de tres millones a treinta millones. Pero ¿de dónde salió alimento para tanta gente? ¿De un aumento masivo de la importación? Pues no. En 1900 los alimentos importados eran el 13% del ingreso nacional, y hoy son solo el 8%. Encima, nos damos el lujo de exportar tantos alimentos...

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