Metropolitano: pagar más por un mal servicio

Por Periodista@orbisa35Lea mañana en Lima a Angus Laurie El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Orientador del Metropolitano debe ser uno de los oficios más riesgosos que se conozcan, de tanto o más peligro que reparador de torres de alta tensión, entrenador de la ?U? o telefonista de call center. Demanda templanza y un ejercicio de paciencia a la manera de un budista zen por el extremo agotamiento mental que supone cada jornada de trabajo. Cada día, llueva o truene, estas heroicas almas de chalequito amarillo y gorrita azul deben soportar, con impenetrable estoicismo, cataratas de reclamos, alaridos e imprecaciones de los siempre apurados usuarios. Así como a veces descargamos nuestra molestia con los telefonistas que nos atormentan con extensiones de líneas de crédito que nunca solicitamos, estos incansables obreros de ?¡solo estación central!?, ?¡línea 2, avaaaancen!? se convierten en blanco de las frustraciones de quienes llegan a los paraderos sobre la hora y les exigen a gritos que ?llamen a pedir más carros?, como si de ellos dependiera la organización del servicio. Sin que se lo hayan exigido en su currículum vítae, estos trajinados controladores del orden deben utilizar el mismo vigor que La Roca cuando le toca salvar al mundo pero con un fin un poco más terrenal: cerrar las puertas de los buses. Lo hacen apretando los dientes, agitados, con los bíceps reventando, mientras decenas de pasajeros intentan encontrar sitio allí donde no entran más de uno o dos. Y lo hacen...

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