"Una metropoli no se puede manejar a pedacitos".

AutorOrtiz De Zevallos, Augusto
CargoLIMA, HORA CERO - Entrevista

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

El manejo del desorden

¿Consideras que hay un desfase entre la manera como se administra Lima y los problemas que enfrenta?

Sin duda. El primer indicador son estos 43 distritos y que nadie sabe bien a quién le toca qué. Y esos 43 perímetros son fragmentos que se explican porque se urbanizó una hacienda, pero no son piezas verdaderas con autonomía relativa. Gestionan lo que no es una pieza real sino un fragmento cortado con cuchillo. Esa gestión no producirá una ciudad que resuelva su crisis. Una metrópoli no se puede manejar a pedacitos. Me imagino que la única solución posible es agrupar municipios por lo menos para decisiones estratégicas, como transporte, vialidad, zonificación. Y eso debería ser tomado por grupos de distritos que tienen proyectos compartibles. O sea, la ciudad emergente ex cono, la ciudad consolidada, la ciudad acomodada, la ciudad multifuncional. Hay que salirse del formato convencional que nos ofrecen hoy, vota por tu distrito, por la foto de fulanito, que nos vende una idea de ciudad manejada por una persona, un caudillito o caudillita. Y ahora hay más dinero porque hay más inversión, más impuestos, más recursos. Este caudillismo tardío lo vuelve cada vez más absurdo.

¿Qué significa votar por el alcalde de Lima?

Me temo que hoy significa poco. Sí maneja mucho dinero. Entiendo que hoy el rango de inversión anual es como de mil millones anuales, que no es poco.

¿El municipio?

Sí. Ese municipio y ese alcalde nombran a sus amigos y sus personas de confianza que sí manejan dinero. Porque el municipio y los regidores son una entelequia. En el fondo, casi no deciden sobre inversión real. Son unos parlamentarios de la ciudad que sirven una vez a la semana para aprobar lo que se necesita para que la ciudad funcione, pero lo discuten poco, la agenda no es pública, las sesiones tampoco. Se ha deteriorado el foro del concejo como espacio de discusiones de fondo. Y los dineros reales están en EMAPE, en entidades municipales especializadas que van manejando el mercado, las vías.

El alcalde conversa con ellos, no con sus regidores.

Antes, el regidor era responsable del transporte, tenía tareas y asignaciones. Hoy, nadie sabe qué es el regidor. Primero, no representa a un distrito, el alcalde gana la mitad más uno, tenga los votos que tenga, y en teoría se vuelve un legítimo autócrata por cuatro años y muy fácilmente arma una mayoría. Y en el concejo se debate poco. Nadie ha visto nunca un debate sobre inversión pública, sobre presupuesto municipal, mientras que en el Parlamento por lo menos sí hay una suerte de debate más abierto.

¿Cómo se traduce eso en el tipo de político? ¿Ese dinero no fiscalizado qué producto trae?

Trae estas cosas atomizadas como que Salmón consiguió rescatar lugares de valor en San Isidro, pero el alcalde de Chorrillos hace lo que le da la gana: va a inaugurar una fuente tres semanas antes de las elecciones y hace un año que toda la ciudad tiene ahí una congestión. Yo siento que produce un sistema muy primitivo.

En términos de botín, la carrera municipal es más tentadora que la de congresista.

Sin duda. El congresista maneja su sueldo y la capacidad de influir en leyes, pero no invierte, mientras un alcalde maneja los recursos de un distrito. Por ejemplo, San Isidro hoy tiene 150 edificios en construcción, y esa confusión de competencias hace que muchas veces en una mesa se ponga el sellito que le faltaba a un proyecto legítimo o no, y siempre puede haber un informe que valida lo que antes se negó.

El caos visual, urbano, de Lima expresa el caos de la gestión administrativa.

Yo sí lo creo. Porque de la noche a la mañana la demanda inmobiliaria se convierte en un vale todo, donde sea y que nadie sepa muy bien qué va a pasar, que haya grandes espacios de ciudad sin planeamiento en el sur, no hay agua, pero podría haber plan para que haya agua también. Nos hemos vuelto metrópoli muy rápido sin aprender los deberes y derechos. Y esta atomización es grave porque en Bogotá, Santiago, Quito, Guayaquil no es así. Allí tienen una inteligencia de su ciudad mucho más esclarecida y hay un debate público, unos planes, uno sabe qué esperar. En Lima, paradójicamente, los alcaldes son populares, como si estuviéramos todos tan acostumbrados al caos que entonces le agradecemos a Luis Castañeda, antes a Alberto Andrade y a Ricardo Belmont, que nos hagan el favor de manejar este caos del que nadie se siente parte.

¿Puede verse a Lima como un gran negocio inmobiliario? ¿Hay gente que lucra con todo este caos?

Sin duda. Centros comerciales que están en las esquinas de más tráfico y que han conseguido esa zonificación cambiada. Es una ciudad que no funciona y que sus números sí funcionan para los inversionistas. Los valores del suelo se han disparado. Lima es una ciudad cara ficticiamente, porque hay una burbuja de valor añadido. No creo que la calidad de vida de vivir en Lima valga eso. Seguridad, estacionamiento, transporte, áreas...

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