En el mes del Señor de los Temblores

Por Martha Meier M Q. *Corrían las primeras décadas del siglo diecisiete cuando al caer la tarde se veía a los esclavizados repartiendo agua por las calles de la Lima virreinal. Tras las largas y duras jornadas de trabajo, recogían agua de la fuente de la Plaza Mayor y para abastecer del líquido a la milenaria ciudad de adobe que rápidamente emulaba lo español. Luego de encargarse del agua, los esclavizados se juntaban en galpones, chacras y otros lugares. Así, empezaron a formarse las llamadas ?cofradías de negros?, formadas por esclavizados y libres, que desde el siglo dieciséis contaban con aprobación del clero, y se encargaban de un retablo o capilla. Sus sitios de reunión servían para los bautizos y velorios de los africanos.Este tipo de organización piadosa era usual y los sacerdotes les impartieron las enseñanzas de la Iglesia Católica. Este espacio de sociabilización fue una válvula de escape, de compañerismo, colaboración y libertad, lejos de la mirada de los amos. Podían allí ayudarse mutuamente (inclusive se daban préstamos para comprar la libertad de alguno) y preservar los ritos y costumbres de sus lugares de origen, y a la par interiorizaban y practicaban lo católico.Una de aquellas cofradías fue la Pachacamilla (según el historiador De la Cruz, era una ?pre cofradía?, pues no contaba con los miembros suficientes), formada por angoleños. Pachacamilla era uno de los barrios más pobres y allí erigieron los hijos de Angola su local: un galpón de muros de adobe, en uno de los cuales un esclavo pintó al Cristo crucificado. La imagen despertó la devoción de los cofrades y de otros que al oír del mural se acercaban a rezar y dejar ofrendas.El 13 de noviembre de 1655 un fuerte...

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