Medio brindis por el equilibrio económico de China

La economía de China está cambiando. Y, en efecto, debe cambiar, tal como lo sustenté hace dos semanas (?Cómo ahuyentar las nubes tormentosas que se van juntando en China?, 20 de marzo). La buena noticia es la escala del equilibrio económico externo y la mala es que el equilibrio económico externo está a expensas de los más grandes desequilibrios internos.

La balanza de pagos de China ha presentado constantes variaciones. Así, entre los años 2003 y 2007, el superávit en cuenta corriente se incrementó de 2,8% a 10,1% del producto bruto interno (PBI) para luego caer repentinamente a 2,9% en el 2011. Durante el mismo período, el aporte de las exportaciones e importaciones al PBI se disparó y, posteriormente, cayó una vez más.

Según la teoría ortodoxa, el nivel de superávits y déficits en cuenta corriente refleja decisiones voluntarias de ahorro e inversiones: los países con excedentes de ahorro, como China, exportan capital; mientras los países con déficit, lo importan. Los países superavitarios gozan de una rentabilidad de ahorro superior y los países deficitarios de un menor costo de inversión. Todo lo que sucede es para bien en el mejor de los mundos posibles. Parece peculiar que un país pobre exporte capital a los ricos, como en el caso de China; sin embargo, no existe razón alguna, en este contexto, para cuestionar la idoneidad de las decisiones subyacentes.

Más allá de estos puntos generales, han surgido temas específicos con respecto a la explosión en los superávits de China que se experimentó en el pasado. Estos fueron, en parte, consecuencia de las intervenciones en los mercados de divisas y la acumulación consecuente de reservas en moneda extranjera. Estas últimas se incrementaron de US$ 170 mil millones en enero de 2001 a US$ 3,2 billones hacia fines del año pasado.

Asimismo, si un país va a tener un enorme auge de inversión y una sólida posición externa, normalmente debería reducirse el consumo y promover el ahorro. Sin embargo, esto fue lo que sucedió: el consumo privado se redujo de 46% del PBI en el 2000 a un 36% en el 2007. Tanto el consumo público como el privado experimentaron de manera conjunta una caída de 62% del PBI a un 49%, mientras que el porcentaje de ahorros brutos se incrementó de 38% del PBI a 51%. Parte importante de estos ahorros fue invertida en activos extranjeros de bajo rendimiento, con un gran costo: las reservas externas de China son de US$ 2.300 por cada hombre, mujer y niño, o hasta 40% del PBI.

Es por...

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