Masculinidades

Por Profesora de Literatura de la PUCPMucha tinta ha corrido a propósito de la abundancia de agresiones intercambiadas en el set de RPP, pero muy poca sobre las dos formas de elemental homosocialidad masculina que terminaron escenificándose en un lento pero inexorable ritual las mañanas del 19 y 24 de abril. Lo que llamó la atención en la primera entrevista fue el modo en que Agustín Laje y Nicolás Márquez, hermanados por libros, proyectos y rigores de una historia compartida que no conocemos, optaron de saque por minimizar e ignorar, y finalmente excluir a Patricia del Río del círculo de entrevistadores presentes en el set. Las estrategias fueron diversas, desde el esbozo de sonrisas socarronas cuando ella hablaba, a la insistencia en dirigir sus largas respuestas solo a Fernando Carvallo y Aldo Mariátegui, para finalmente de plano referirse a ella en tercera persona, como si ?la periodista?, ?la señorita?, ?la señora?, no fuera una interlocutora tan de carne y hueso como sus dos colegas varones del canal. Fueron muy contadas las secuencias en las que los invitados acusaron reconocimiento de su presencia, como cuando al principio ella tosió y Laje hizo gala de voltear a mirarla con irritación manifiesta, o cuando luego el dúo hizo escarnio del ?discurso anticientífico? de ?la periodista? tras su fustigado retiro de la mesa. El par aprovechó ahí para despacharse a sus anchas por su ?bajo nivel?, sus modos inquisitoriales y su ignorancia de la anatomía humana. Además de insistir en ridiculizar y censurar con imágenes sexualizadas a ?la señora que pretende hacer un striptease en el programa?, Márquez y Laje hicieron lo posible por hablar de principio a fin solo con sus pares masculinos, aun si uno de ellos se cuidara como impecable profesional de no caer en la trampa, y el otro diera amplias muestras de desinterés en el tema. Como los orilleros de Borges, lo único que estos defensores de la dudosa ?ideología de género? fueron capaces de reconocer en esa presencia femenina que se lanzó al ruedo para dar su voz y voto como de rigor le correspondía, fue a la intrusa que había que expulsar de su sagrado círculo para salvaguardar la camaradería masculina que en ese momento, a juzgar por sus...

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