Marca, patrimonio, violencia

Por Javier Lizarzaburu

Alguien dirá que con este título quisimos mezclar agua, aceite y caramelos de limón. Y quizás no le falte razón. Cuando este lunes empecé a escuchar la conferencia del catalán Toni Puig, considerado un gurú en temas de marca ciudad, no tenía idea de que una parte de su exposición terminaría agrupando estos conceptos desde las soluciones.

?A Lima no la comprendo. Es un caos?, dijo al empezar. Y nadie estará en desacuerdo. Solo que estos días el caos se siente más. De un lado la violencia, que ha vuelto a hacer evidentes las deficiencias, las oportunidades perdidas, las promesas incumplidas, y que en la ciudadanía deja una sensación de inseguridad y de rabia. Tanto así que mi colega Milagros Leiva ha tomado la iniciativa de organizar una marcha por la paz para el jueves 21 de marzo. Si los ciudadanos no exigimos, entonces, ¿quién?

Pero el caos tiene varios rostros. Porque del otro lado tenemos la estupidez de la revocación. Y aquí tengo que hacer un deslinde necesario: no cuestiono a los que están en contra de la actual gestión municipal. Yo, como muchos, también tengo cosas de qué quejarme. Pero hay una diferencia muy grande entre fiscalizar a la autoridad y sacarla del poder. Lo primero es democrático y necesario. Lo segundo, es más caos. Es caer en el juego de otros y, en este caso, un caos costosísimo. La revocación tal como está planteada es una mala cosa, porque debería estar limitada a situaciones de extrema gravedad. Pero no nos confundamos.

Promesas incumplidas u obras mal hechas no están en esa categoría. Ustedes lo saben bien. Aquí, si prospera esta opción vamos a perder todos. Y si algo me ha dejado más claro que nunca esta campaña, es que no quiero una ciudad...

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