El malestar profundo de EE.UU.

Por John MarioGonzález

No solo es lo salvaje de los 8 minutos y 46 segundos durante los que George Floyd permaneció en el suelo bajo la rodilla del policía Derek Chauvin. Ni siquiera es solo que la imagen constituya un recordatorio de la represión que viven a diario los afroamericanos en Estados Unidos.No; su muerte refleja el profundo desasosiego de una sociedad irritada, amenazada y, por momentos, paranoica. Una que se precia del respeto a la ley, pero que institucionaliza la violencia a través del abuso policial o de juicios llenos de formalidades. Con un individualismo funcional a un país demandante de alta productividad, que por momentos más parece una máquina.Una sociedad con una línea de atención de emergencias eficaz, el 911, pero que, con denuncias temerarias, puede ser descargada como un arma. Con pretensiones de multiétnica y multicultural, aunque con un racismo estructural. En todo caso, parto de la base de que EE.UU. es una nación admirable, donde muchas veces la libertad y el esfuerzo fluyen y se ven recompensados.Parto también de la base de que ser potencia no debe ser fácil, pues las amenazas al país no son las únicas tensiones. Pero es tan profundo el malestar que un acto de grandeza, de policías que tal vez nunca se habían arrodillado en solidaridad con una víctima, no logra calmar la indignación contenida. Al contrario, las incendiarias expresiones de Trump poco se diferencian del racismo, la arrogancia y el excesivo uso de la fuerza con que actuara Chauvin. La diferencia es que al policía los errores lo llevarán a largos...

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