Las malas juntas

Por DiegoMaceraMe confieso culpable. Cada vez que escucho la frase ?diversificación productiva? siento inmediatamente que en mi sistema inmunológico-económico se prenden varias alertas. ¿Exoneraciones tributarias? ¿Aranceles? ¿Subsidios a dedo? A cualquier economista liberal aquella expresión le suena quizá demasiado cercana a desviaciones o herejías como esas.La reacción instintiva de rechazo no es del todo injustificada. En boca de varios con tendencias atávicas, la diversificación productiva es una prima cercana del Estado empresario, del mercantilismo desvergonzado, del proteccionismo comercial y del movimiento antiminero. Las malas juntas de la diversificación productiva le han pasado factura a su imagen. En un país como el Perú, donde en décadas pasadas el camino al santo grial de la diversificación productiva estaba plagado de sustitución de importaciones o tipos de cambio preferenciales, no es extraño que la expresión suscite sospechas. No es para menos.Pero ?a pesar de los intensos debates que se han dado desde que Piero Ghezzi asumió la cartera de Producción durante el gobierno pasado? la verdad es que, mirada de cerca y filtrada a su esencia, nadie puede estar en contra directamente de la diversificación productiva. Si por diversificación productiva entendemos simplemente más y mejores motores productivos para la economía nacional, ¿alguien se opone? Difícilmente alguien considere negativo que, por ejemplo, la agroexportación, la industria forestal responsable, o los servicios digitales despeguen en el Perú y se conviertan en potencia regional o global.¿Por qué seguimos, entonces, debatiendo esta cuestión si todos estamos fundamentalmente de acuerdo? Hay dos problemas graves en algunos círculos con el enfoque de la diversificación productiva. El primero tiene que ver, por supuesto, con la forma en que se implementa. Por ejemplo, el sistema de mesas de trabajo del Produce y que pasaría al MEF, donde el sector público y el privado se sientan a debatir los detalles de cada sector y pensado principalmente para combatir la tramitología interna, es positivo y fuera de toda sospecha de herejía económica. ¿No es acaso la simplificación administrativa una meta común? Luz verde aquí. Por otro lado, programas más...

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