El (mal) amigo elegido

Por Rolando Chumpitazi. Editor de Lima

Tolerancia Cero. Amigo Elegido. Plan Zanahoria. Son solo los nombres de tres de las tantas campañas que existen para frenar las absurdas muertes que enlutan las carreteras y pistas de nuestro país. Campañas que, por lo visto diariamente, no tienen los resultados esperados.

Las razones pueden ser muchas: indiferencia, mala comunicación, desidia. Llámela como quiera. La cosa es que en los dos últimos años más de 5.600 peruanos truncaron sus vidas, y las de sus familiares, en nuestros asfaltos.

Lo trágico, según las cifras, es que la mayoría de las muertes que se producen por accidentes de tránsito corresponde a zonas urbanas: 2.065 en el 2011, de acuerdo con el Consejo Nacional de Seguridad Vial, que estimó en 21.350 los accidentes de tránsito ocurridos en el país en ese año.

La gente sigue muriendo entre fierros retorcidos y bloques de concreto y apagando sus vidas, irónicamente, bajo las luces de un automóvil conducido, mayoritariamente, por un ebrio al volante.

Hace pocos días hemos lamentado la muerte de Álvaro García Vílchez. Su familia, sus amigos y sus fanáticos no acaban de llorar la vida trunca de este joven de 25 años, músico de N?Samble, que perdió la vida cuando regresaba a casa luego de tocar con su orquesta en una discoteca de Barranco.

La causa fue la de siempre. Alcohol, velocidad, imprudencia, muerte. Carlos Aranda, también músico de N?Samble, se puso al volante, enrumbó por la Vía Expresa y solo el pilote de concreto del puente Aramburú detuvo su mala decisión. Lo conveniente habría sido que el sentido común, ese que nos dice que no se debe manejar con licor en la sangre, lo hubiese detenido. Pero a veces no nos escuchamos.

Al día...

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