Luz sobre oscuridad: apostemos por el 2019

Por Historiadora

He pasado varios solsticios de invierno en el hemisferio norte pero nunca dentro de una tumba neolítica cuya construcción, como es el caso de Newgrange, antecedió a la de las pirámides de Egipto. El 21 de diciembre decidí madrugar para vivenciar ese pasaje de las tinieblas a la luz que tanto fascinó a los antiguos. La marcha silenciosa por una trocha oscura en medio del sonido de un río que, por ratos, nos distraía de nuestros pensamientos fue la repetición, en pleno siglo XXI, de una experiencia atávica. En vísperas de inviernos caracterizados por su alta mortalidad, los pobladores de lo que ahora es Irlanda se reunían al alba alrededor de una de las ?catedrales megalíticas? más importantes de Europa. La finalidad del encuentro, que atrajo a centenares de peregrinos, era fortalecer los vínculos comunitarios, remarcando una idea fuerza: la luz siempre sucede a la oscuridad.Los majestuosos monumentos funerarios de Brú na Bóinne ?una geografía sagrada de la que Newgrange es una de sus más logradas expresiones? dan cuenta de la concentración de actividades rituales. Los constructores de lo que se cree fue un monumento dedicado a Dagda, el Inti irlandés, creían en la potencia del sol y por ello trataban de comprender sus ciclos, los cuales constituían el núcleo de un sistema de creencias aplicadas a la vida cotidiana. Para sociedades agrícolas, el conocimiento de los ritmos de la naturaleza era una cuestión de vida o muerte. Dentro de ese contexto, Newgrange muestra el interés por el astro rey, capturado cuando uno de sus rayos penetra una tumba decorada con espirales tallados en piedra. Quienes concibieron esta maravilla cultural aseguraban la entrada de un haz de luz en la cámara funeraria central, marcando de manera simbólica y concreta el solsticio de invierno.En un mundo acosado por el hambre y donde la esperanza de vida no llegaba a los 40 años de edad, el solsticio de invierno era un canto de esperanza frente a múltiples desafíos cotidianos. El hambre rondaba las aldeas del neolítico entre enero y abril; sin embargo, en diciembre algunos animales eran sacrificados por la imposibilidad de alimentarlos en los meses venideros. En vista de ello, el consumo de carne fresca y en algunos casos de bebidas alcohólicas fermentadas eran un paliativo para la carencia invernal. Se podría incluso afirmar que la apuesta por la vida, manifestada en el ritual y en la fiesta solsticiana, es una suerte de prólogo a una...

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