De Luchono se sabemucho

Por fernando vivas

Antes que explicar las presunciones de corrupción que lo acechan, triste lugar común con tantos líderes, expliquemos algo que sí es extraordinario: su éxito sostenido por varias temporadas en la aprobación popular, mientras el del establishment político palidecía. Castañeda es nuestro político insondable. Muchos lo votan, nadie lo entiende a cabalidad. Hasta le pusimos ?Mudo?, a pesar de que sí habla y replica y en su mejor momento se multiplicaba inaugurando pequeñas obras en enlaces mañaneros. Quizá preferíamos inventarle esa imagen de mudez para disimular nuestra incapacidad de entenderlo.¿Por qué triunfó con tanta holgura en Lima? Sus dos candidaturas nacionales, en el 2000 y en el 2011, fueron un fiasco; pero Lima lo aclamó tres veces y le dio cotas de aprobación de más de 80%. La explicación más extendida, enarbolada por quienes lo reeligieron en el 2006, es que, de saque, hizo mucha obra menuda e inclusiva en la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML), convirtiéndose en una derecha popular alternativa al fujimorismo. Las escaleras amarillas ?de paso que sembraron su símbolo cromático? fueron el emblema de esa gestión de obra rápida, y sumó la ampliación de parques zonales, coronada con la fundación del Circuito Mágico del Agua en el 2007.Hagamos una digresión biográfica antes de volver a explicar su popularidad edilicia: si Castañeda pudo hacer obra con cierta celeridad y sin mucha resistencia, es porque estaba afirmando la personalidad con la que irrumpió como ?outsider? en su candidatura presidencial del 2000. Era un técnico gestor antes que un líder de partido. Fue regidor de Lima en la lista de Acción Popular en 1980; pero no hizo carrera partidaria sino de gerente. Se quedó trabajando en empresas municipales, en los períodos de Alfonso Barrantes y Jorge del Castillo y, en los 90, fue fichado por Fujimori para ordenar el caos de la seguridad social, con fondos previsionales frecuentemente declarados en emergencia, en el caótico IPSS, hoy Essalud.Su manejo de la seguridad social y sus incursiones en el sector privado le dieron la fama de buen gestor con proyección mediática, y así se le despertó el apetito por llegar a la cima del poder. Descartó rumores de que sería candidato fujimorista a Lima en 1998 y se lanzó a la presidencia en el 2000, con partido nuevo y propio y aire de ?semi-outsider?, pues se lo veía más gerente que líder de masas. Fue, al igual que el alcalde Alberto Andrade, víctima de una infame...

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