El llanto humanizó al vencedor

Por Jorge BarrazaEl llanto humanizó a Cristiano Ronaldo en su hora triunfal. Lo barnizó de justo, lo revistió de tierno, lo glorificó. Lo celebró con su madre, con su hijo, con su novia y sus hermanas. Por fin, Cristiano pudo levantar su segundo Balón de Oro y quebrar, aunque sea por un año, la prolongada hegemonía de Messi. Sus 69 goles en el 2013 y una campaña mediática descomunal lo habían ungido favorito. Respondió a las predicciones.Y es inobjetable: cualquiera que lo hubiese ganado estaba perfecto. Hacer 69 goles en una temporada es una proeza muy ponderable, aun cuando no haya servido para ganar ningún campeonato. Pero atención: el fútbol es un juego de once y nadie puede ganar un título solo, de modo que a quienes debe reprocharse haber quedado en blanco es a sus compañeros del Real Madrid, a su entrenador. Si teniendo semejante cuota goleadora a favor no son capaces de conquistar una corona, la culpa no es justamente de quien hace los goles. En todo caso, no lo ayudaron a conseguirlo.Ribéry es tal vez quien más mérito había hecho. Tuvo un año maravilloso, con alto rendimiento individual, adornado con los cuatro títulos máximos a que puede aspirar un jugador en su club. Incluso clasificó al Mundial. Y aunque no fue determinante, porque el Bayern es una fuerza global pareja, sí resultó importante. Pero chocamos ante una realidad de cemento: este es un galardón individual. No se premia a la mejor película, sino al mejor actor. Y el oro para Ribéry parecía más un reconocimiento al Bayern. El francés...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR