Más que una lista de buenos deseos

Por Pedro Ortiz Bisso. Periodista

Flota propia, buses patrón, choferes y cobradores en planilla, multas para quien maltrate a un pasajero? La Ordenanza 1599 de la Municipalidad de Lima para regular el transporte urbano de pasajeros es lo más parecido a esas listas de buenos deseos que mandan de tarea en los colegios en el segundo grado. Sin embargo, es un documento real y serio. Muy serio para ser precisos.

Ante una norma que señala, entre otras cosas, una sanción de 365 soles a quienes traten de llenar sus vehículos llamando a los pasajeros a viva voz, es lógico que el limeño de a pie, habituado al mundo salvaje que es el transporte en la capital, lance una risotada suponiendo que la ordenanza quizá pueda funcionar en Londres, pero nunca en el reino de la cultura combi. La desconfianza es sincera y lógica, y el gran trabajo por emprender desde la comuna metropolitana será vencerla. ¿Cómo? Con firmeza y hechos concretos.

A ojos del habitante de un país civilizado, señalar en un reglamento la obligación de que el transportista recoja a escolares, gestantes y discapacitados puede verse extraña, toda vez que son deberes inherentes a la naturaleza del servicio. Lo mismo podría pensarse sobre la prohibición de dejar a los pasajeros en medio de la pista o hacer competencias de velocidad en plena labor.

Barbaridades como esas se cometen a diario en nuestras pistas, sin que en muchos casos el propio usuario las desapruebe. Es más, no faltan aquellos que a los gritos exigen más velocidad a alguno de los choferes prudentes que afortunadamente aún existen o los llene de insultos porque respetaron una luz roja.

La ordenanza es un buen documento, perfectible como cualquier otro, al que es...

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