Lima, más ?horrible? y menos Lima

Por Martha Meier M Q (*)Un paseo por las calles de nuestra capital despierta ?además de la tos y la irritación de los ojos por la contaminación? algunas curiosidades. ¿Cómo tantos edificios, verdaderos atentados contra el buen gusto, pueden ser obra de arquitectos graduados, diplomados y colegiados? ¿Tan mal están las facultades de arquitectura? ¿Y cómo esos monumentos a la horripilancia obtienen licencias municipales? ¿No tienen un mínimo conocimiento de la estética quienes las otorgan? El factor estético es uno de los tantos que debería guiar al desarrollo urbano. El paisaje citadino ordenado y agradable también ayuda a que la vida de los vecinos lo sea, y en cierta manera forja el alma de los vecinos. Aquí todo se hace para torcer el espíritu. Feo, lúgubre, oscuro, apiñado, sin un espacio ni para un asomo de verdor. Lima crece, necesita hacerlo, pues cada vez somos más. No se entiende, sin embargo, por qué debe hacerlo desordenada y desequilibradamente y sin crearse grandes y nuevas áreas verdes. Para muestra un botón: lo que iba a ser el parque más grande de Latinoamérica ?el Antonio Raimondi? ha sido dejado de lado por el inefable ministro del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, y entregado al sector Vivienda. El esperado espacio de verdor, a la entrada de Ancón, ya no se habilitará para el goce estético, la recreación, el contacto con la naturaleza y la purificación del aire. Ahora será base de un negociado con una buena coartada: viviendas ?populares? (o sea ratoneras, que enriquecerán solo a su constructor, y de seguro a un par de malas autoridades). Adiós al intento de mejoramiento ambiental de la ?Ciudad Jardín? (al oír ese término, no se sabe si reír o llorar).Cada...

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