Mi ligera opinión

En un artículo publicado el último lunes en este Diario, el congresista Jorge del Castillo me acusa de pretender ?desacreditar con mucha ligereza? su proyecto de ley para crear un mecanismo de control de fusiones en el Perú. Lamentablemente, no dice cómo lo hago.En su artículo, el congresista explica que su proyecto de ley ha seguido lo que, a su parecer, es la metodología adecuada, y que consiste en invitar a autoridades y especialistas a debatir en audiencias públicas y recibir las opiniones de los ciudadanos. Señala, y es cierto, que me disculpé de asistir a la reunión para la que me convocó.Explicaré aquí las dos razones por las que no quise ir. La primera, porque no creo que implementar un control de fusiones sea una buena idea. Ya he explicado mis argumentos en columnas anteriores: no hay evidencia de que funcione (la poca que hay apunta a que no), y que en un país tan poco institucionalizado como el Perú encuentro muy peligroso abrir la puerta al Ejecutivo para que intervenga en las decisiones empresariales. Por ello, dudo de que un mecanismo como este, poco confiable y fácilmente manipulable, sea conveniente para los consumidores, aunque entiendo que el hecho de que se aplique en las principales economías del mundo lleve a muchos a creer que funciona bien sin cuestionárselo.La segunda razón por la que no acepté la invitación del congresista Del Castillo es porque intuí que a él no le interesaban las opiniones, como la mía, que cuestionaran su iniciativa. Y, como lo demuestra en su artículo, no me equivoqué. Para él, quienes creemos que su idea no es buena somos ?muy? ligeros y punto. Ni siquiera encuentra necesario explicar por qué. No importa que yo sustente mi opinión en criterios...

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