Los líderes de la UE han puesto la reforma italiana en la lista de regalos de Papá Noel

Si los líderes de Europa le pidieran a Papá Noel un paquete de regalos navideños para Italia, este contendría un total de cuatro regalos.

Primero, un gobierno después de las elecciones del año entrante que mantenga la ruta de la reforma que ha iniciado Mario Monti, el primer ministro saliente.

Segundo, que continúe la participación de Monti en la formulación de políticas, sea como primer ministro, como ministro de Finanzas, como jefe de Estado o desempeñando otro cargo influyente.

Tercero, la ausencia de malestar social resultante de la profunda y austera recesión en la que se encuentra Italia.

Cuarto, la desaparición del resorte que le permite al ex primer ministro Silvio Berlusconi ingresar y salir de la política como si fuera un muñeco dentro de una caja de sorpresas que ya pasó de moda.

Es cierto que se podría entregar los últimos tres de estos cuatro pedidos. El verdadero signo de interrogación se ubica en el primer pedido. Este es muy importante porque el avance en la reforma económica italiana será una de las medidas con la que se pueda medir los esfuerzos que desplegará la Eurozona en el 2013 para salir de su endeudamiento y crisis bancaria. Las posibilidades de implementar esta reforma dependen en parte del resultado de las elecciones programadas para febrero o marzo y, en parte, de los acontecimientos más importantes en Europa y en los mercados financieros.

Las encuestas más recientes dan un indicio de la razón por la cual la política italiana será incapaz de darle un nuevo impulso a las reformas.

En la derecha tradicional y populista están las fuerzas detrás de Berlusconi, el partido regionalista Liga Norte y Beppe Grillo, el cómico genovés ?anti-establishment?, los cuales tienen a su favor casi el 40% de los votos. Ninguno de estos tres está de acuerdo con la mezcla de austeridad y política de reforma del gobierno tecnócrata de Monti.

En la izquierda, el Partido Democrático, con un porcentaje que varía entre 33 y 37%, y el partido radical Izquierda Ecología Libertad, con un 5%, tienen a su favor otro 40%. Cerca del 10% de los electores se mantienen indecisos.

Esto deja un pequeño 10% para los partidos del centro pro-reforma que son los aliados naturales de Monti. Es cierto que si el primer ministro se uniera a ellos en una coalición formal, el voto potencial del centro podría duplicarse a un 20%. Pero la realidad sigue siendo que los centristas no alcanzarán ni remotamente una mayoría ni atraerán suficientes votos para volverse...

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