Leyes y salchichas

Por Enrique Pasquel. Editor adjunto de Opinión

En 1999 el techo del Parlamento alemán, el Reichstag, fue coronado por un gigantesco domo de vidrio diseñado por el arquitecto Norman Foster. Hoy, cualquier persona puede acceder al domo y, si mira hacia abajo, logrará observar la Cámara de Debates. Esta estructura es un símbolo de que el pueblo se encuentra sobre los políticos y de que el proceso legislativo debe realizarse a la vista de los ciudadanos.

Foster la tenía muy clara: los legisladores afectan la vida de todos, por lo que el pueblo debe poder escuchar sus propuestas y cuestionarlas antes de que se aprueben.

En el Perú, lamentablemente, no tuvimos la claridad de Foster. Nuestra Constitución permite que el Congreso delegue en el Ejecutivo su poder de legislar, olvidando que el segundo no lo hará a través de un proceso público, abierto al cuestionamiento de los medios, y en el que estén representados diversos grupos políticos que dan voz a intereses distintos. Si los alemanes copiaran nuestra Constitución, de tanto en tanto, el domo del Reichstag tendría que ser cubierto con una gruesa tela negra.

En los últimos días el gobierno señaló su intención de pedir facultades para legislar en materia de seguridad ciudadana y en los sectores Defensa e Interior. Si bien afirma que desistió en lo primero y el Congreso parece no estar muy seguro de otorgarle poder para lo segundo, vale la pena considerar algunos temas que quiere regular el Ejecutivo y si su discusión debería llevarse a cabo fuera de la vista pública.

Un tema cantado es el sistema de ascensos de las Fuerzas Armadas. ¿No nos preocupa, por ejemplo, que se quiera favorecer a oficiales cercanos al presidente? Pensemos, por otra parte, en la regulación del uso de la fuerza. ¿Acaso preferimos estar ausentes en la discusión de cuándo el Ejecutivo puede...

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