Ley con sabor a chatarra

Por Juan Carlos Cuadros GuedesD udas, marchas y contramarchas. La nueva ley que busca restringir la venta de comida chatarra en los colegios y su publicidad enfocada a niños y adolescentes, sigue dando que hablar. Si bien la norma no rige aún porque todavía no es promulgada por el Ejecutivo, ha recibido duros cuestionamienos de la industria alimentaria, abogados, economistas y empresarios, pues el texto aprobado no define claramente qué es comida chatarra, afecta a los contenidos y horarios de la publicidad de alimentos y el ejercicio de la libre empresa.REINO DE LA CHATARRAPara empezar, no queda claro a qué se denomina comida chatarra. Para la nutricionista clínica Geraldine Maurer Fossa, son todos aquellos productos ricos en grasas trans o que superan los porcentajes mínimos de sal, azúcar y aditivos industriales. Según esta definición, serían chatarra las galletas ?y si son rellenas, más todavía?, chupetines, caramelos, golosinas, jugos, snacks, panecillos, bizcochos, gaseosas, cremas, helados, conservas, leches chocolatadas, productos precocidos y cereales, entre otros productos envasados que cumplen con esas características.Solo para que tengamos una idea ?dice Maurer?, el 54% de niños y adolescentes en edad escolar consume gaseosas una o más veces a la semana, solo un 23% consume frutas y un 1% come verduras. Y en deporte, apenas si se motiva la práctica en los colegios. Pero los cuestionamientos van más allá y están referidos a quién controlará que estos productos no se vendan en los colegios o si habrá inspectores municipales o del Indecopi para evitar que los niños compren comida chatarra en los puestos ambulantes.Según el presidente de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Luis Salazar Steiger, esta ley afecta a la industria, pues discrimina a los productos alimenticios procesados. Por eso sugiere que el reglamento que redacte el Ministerio de Salud defina bien en qué situación se encuentran ?por ejemplo? el suspiro a la limeña, los chicharrones, el pie de limón o los picarones, la pancita, los anticuchos y las salchipapas. LIBERTAD DE EMPRESATan igual como sucedió con el tabaco, la lucha contra la obesidad en el Perú se está planteando igualmente como un enfrentamiento político social entre el Estado y la empresa privada, entre los que piensan si el Estado debe controlar o regular, proteger o educar.Un ejemplo es precisamente el de los cigarros. Obligar a las empresas a colocar mensajes en las cajetillas y acompañar los spots...

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