La ley y el desorden

Por Director Periodístico: Director General: Fernando Berckemeyer Olaechea Francisco Miró Quesada C.La historia parece repetida. ?Primero fue Conga, luego Tía María y ahora Las Bambas?, dice un sector de la población, no sin algunos visos de razón. Si bien hay circunstancias que hacen a cada conflicto un proceso único, detrás de todos está la prepotencia de ciudadanos que fuerzan su posición ante iniciativas de inversión legítimas que deben ser defendidas en cualquier Estado de derecho.Así, el nudo argumental que vincula los recientes hechos de Apurímac con los anteriores de Cajamarca o Arequipa es el uso injustificado de la violencia por parte de las comunidades. Ni la supuesta falta de comunicación con la población ni los cambios de diseño en el proyecto aprobados por las autoridades respectivas pueden convertirse en motivos para atentar contra la salud y el patrimonio de otros al amparo de la muchedumbre anónima. La normalidad con la que se asumen muertes suscitadas a raíz de estos conflictos es intolerable y resalta de la manera más cruda la fragilidad institucional del incipiente Estado de derecho en el país.La violencia nunca es un método que se pueda aceptar en democracia y quienes la ejerzan o la promuevan deben ser sancionados con todo el peso de la ley. Luego de las lamentables consecuencias y del nivel de agresividad y vandalismo demostrado por varios vecinos de la zona, resulta inconcebible que existan solo dos personas detenidas.Por otro lado, más allá de los hechos de violencia, también es importante destacar que hubo ciertas limitaciones de comunicación que pudieron haberse evitado. Como se sabe, el diseño inicial del proyecto Las Bambas contemplaba que el mineral fuese trasladado a través de un mineroducto hacia Espinar, donde se construirían dos plantas, una para tratar molibdeno y otra de filtrados. Esta decisión fue tomada entonces debido a que el anterior propietario del proyecto minero ?la empresa Xstrata? tenía participación tanto en la mina Tintaya, en Espinar, como en Las Bambas, en Apurímac.Sin embargo, cuando el proyecto cambió de accionista principal, se decidió prescindir del mineroducto hacia Espinar y construir las dos plantas en la misma concesión de Las Bambas. Ello, por un lado, ocasionaría que el mineral ya no sea trasladado de la mina hacia las plantas a través de un ducto de varios kilómetros, sino con camiones, y, por...

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