¿Dónde está el Leviatán?

Por Víctor Andrés Ponce. Periodista

El secuestro y liberación de 36 trabajadores del proyecto Camisea y los entredichos luego del peritaje de Conga tienen a un protagonista omnipresente, pero aquejado de enfermedad terminal: el Estado.

La acción terrorista en las alturas del Cusco y la parafernalia mediática de ?Gabriel? nos recordaron que el Estado Peruano es un viejo andrajoso que apenas se mueve: no es capaz de recuperar el orden y es sinónimo de repliegue y abandono en esas zonas alejadas. Los campesinos se volvieron cocaleros y se guarecen bajo la protección militar de los hermanos Quispe Palomino.

El peritaje de Conga nos evocó que las regiones y los municipios están forrados con plata, pero no saben gastar. A partir de esa calamidad, algunos demonizan a la empresa privada y ellas se convierten en ?vampiros chupasangres?, que ?no solo explotan sino que ensucian el medio ambiente?.

La democracia peruana, en la que se desarrolla una revolución industrial sin un Estado moderno, ha llegado a un momento límite: o reformamos el Estado o ponemos en peligro la propia democracia.

Los casos del VRAE y las tensiones en Cajamarca son luces rojas de la gravedad. Desde que desmontamos el sistema soviético de empresas velasquistas, que solo creaban déficit e inflación, no hemos organizado un Estado para una economía de mercado.

Las desregulaciones y liberalizaciones de la economía son activos históricos, pero no son suficientes. De lo contrario, no estaríamos discutiendo las implicancias de la violencia en el VRAE y Cajamarca. O, ¿sí?

En ese contexto, aquellos que no participan del crecimiento por la ausencia de un Estado que multiplique derechos y oportunidades, se dedican a sembrar hoja de coca o creen que los Saavedra y los radicales pueden convertirse en...

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