La lentitud y la rapidez del Metropolitano

Por miguel neyra muñozdesconfianza y exasperación. Esa es la sensación que se percibe en la primera estación del Metropolitano minutos después de las 7 a.m., hora punta en la capital. La estación Naranjal es conocida por las largas filas que forman los cientos de usuarios antes de abordar los buses que los llevarán a sus centros laborales.Solo la cola para pagar el pasaje empieza a poco más de 15 metros de la puerta principal. Pese a que hay dos recargadoras automáticas, hay más de 30 personas en espera. Las discusiones empiezan ahí. El temor a perder el sitio o que alguien se ?cole? hace que más de uno se mire y hable con desconfianza. Aquí no se cede espacio a mujeres con niños, embarazadas o mayores de 60 años. Una vez dentro de la estación, empieza la ardua labor de distinguir las filas para abordar alguno de los servicios expresos o regulares. A simple vista, todas las colas parecen una gran cantidad de gente amontonada en un pasadizo de no más de cinco metros de ancho. La presencia de orientadores a esa hora solo es visible en la puerta de entrada. ?Detrás de la señora de rojo. Ahí empieza la cola para el Expreso 1 si quieres ir parado. Si quieres viajar sentado, tienes que ir hasta el fondo. Ahí también hay cola?, explica Santiago Flores, un contador que trabaja en una notaría en San Isidro y que conoce la dinámica de la estación. Atrás de él un hombre le recrimina: ?Se van a colar. ¡Avance!?.Todo el trámite, entre pagar el pasaje, ubicarse y abordar un bus, toma aproximadamente 35...

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