El legado de Uhle.

AutorZapata, Mar
CargoLa medici

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

Mientras Max Uhle es un desconocido en Alemania, el barón Alejandro Humboldt sigue siendo fuente de inspiración no solo para científicos sino también para escritores como Daniel Kehlmann, el premiado autor nacido en Múnich en 1975. Punto de partida de su novela La medición del mundo es el encuentro que tienen Humboldt y el genio de la matemática, Carl Friedrich Gaus, en 1828 en Berlín. El libro nos presenta con sutil humor a los dos egregios personajes ya entrados en años, sus obras y logros, sus debilidades y nostalgias.

A continuación la traducción de un corto pasaje del libro.

El Maestro del Curare era un personaje enjuto, solemne y con aires sacerdotales. Así --les explicó-- se raspaban las ramas, así se trituraba la corteza sobre una piedra, así se llenaba, cuidado, el jugo en un embudo de hojas de plátano. Del embudo dependía todo. Dudaba que Europa hubiese producido algo así de ingenioso.

Pues, sí --dijo Humboldt. Era sin duda un embudo muy respetable.

Y así --dijo el Maestro-- se vaporizaba la sustancia en un depósito de barro, cuidado por favor, hasta mirar era peligroso, así se añadía la infusión de hojas ya espesa. Y esto --le presentó la vasijita de barro a Humboldt-- es el veneno más fuerte de este y de cualquier otro mundo. ¡Con esto se podía matar ángeles!

Humboldt preguntó si se podía beber.

Que se ponía en las flechas, dijo el Maestro. Nadie había tratado de beberlo hasta ahora. Ni que estuvieran locos.

¿Pero los animales que mataban se podían comer inmediatamente?

Eso sí se podía, dijo el Maestro. Ese era el asunto. De eso se trataba justamente.

Humboldt contempló su dedo índice. Luego lo introdujo en el recipiente y se lo chupó.

El Maestro emitió un grito.

No se preocupe, dijo Humboldt. Su dedo estaba sano, su cavidad bucal también. Si no se tenía heridas, la sustancia debía ser bien tolerada. La materia requería ser investigada, así que él debía arriesgarse. Por lo demás, pedía disculpas, se sentía un poco débil. Cayó de rodillas y se quedó un momento sentado en la tierra. Se frotó la frente y tarareó despacio para sí. Luego se puso de pie con cuidado y le compró al Maestro todas sus provisiones.>>

Daniel Kehlmann, Die Vermessung der Welt. Rowohlt, 2005, p. 131.

Max Uhle, el >, nació el 25 de marzo de 1856 en Dresden, Alemania. Con motivo de su 150 aniversario la Pontificia Universidad Católica del Perú organizó, en cooperación con el Instituto Ibero-Americano y el Museo Etnológico de Berlín, el simposio >, al que asistieron versados especialistas de diferentes países. Alemania estuvo representada por la doctora Manuela Fischer y los doctores Peter Masson y Gregor Wolff. La siguiente entrevista con estos tres antropólogos se realizó en Alemania unas semanas después del simposio.

En el Perú Max Uhle es un personaje conocido. Ya en el colegio nos enseñan sobre sus aportes a la arqueología peruana. ¿Por qué no se le conoce aquí en Alemania, su país natal?

Masson: Es interesante lo que usted dice sobre el colegio porque en el Perú Julio C. Tello tiene más preponderancia que Uhle.

Es que también nos enseñan quién fue Tello: ¡Tello y Uhle!

Masson: Está bien, porque así se le hace justicia a Uhle, quien fue también muy criticado en el Perú. La crítica estuvo vinculada con las discrepancias que tuvo con Tello y Riva-Agüero, por ejemplo con respecto a la ubicación cronológica de la cultura Chavín.

Wolff: Es cierto que aquí se sabe muy poco de él. En 2004 fui invitado a Dresden a un simposio sobre María Reiche, para hablar sobre el legado de Uhle que tenemos en el Instituto, y cuando conté que Uhle había nacido ahí, los colegas se llevaron una sorpresa.

¿Por qué...

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