La lectora de Vallejo: el cuerpo.

AutorOll
CargoC

En Los heraldos negros, su primer libro de poemas publicado en 1918, Vallejo escribió a manera de prólogo una frase de los evangelios bastante misteriosa: qui potet capare, capiat (el que pueda entender, entienda). Esta frase, que reemplazó el prólogo que no pudo hacer Valdelomar, (2) supera cualquier manifiesto modernista, pues adelanta lo incógnito de Trilce y de Poemas humanos.

Lo arcano en Vallejo, y quiero usar un adjetivo pasado de moda intencionalmente, ha sido explotado en exceso por una crítica culta que --como con los evangelios--, no ha permitido nunca un contacto natural del lector con los textos de Vallejo. En ambos casos, el mensaje tiene una naturaleza divina y pasa por el visto bueno de los doctores de la ley.

Asimismo, la muerte de Vallejo está atada a un misterio. Los médicos no encontraron ningún órgano enfermo en su cuerpo, lo cual también sirvió de pretexto para que la crítica comparara al poeta con un mártir cristiano. Así, Vallejo muere de puro dolor y por exceso de humanidad, como lo hizo Cristo. Felizmente, una novela policial de Roberto Bolaño titulada Monsieur Pain da un paso en la desacralización de Vallejo al centrar el dilema en torno a la extraña muerte del poeta.

Soledad Platero (3) afirma que la poesía de Vallejo no edifica construcciones simbólicas, connotativas, sino que denota. Vallejo dice, no insinúa. El que pueda entender, entienda.

Para Platero, Vallejo le hace trampa a la escritura como vehículo del logos, al lenguaje articulado según una dialéctica conocida. Quisiera partir también de esta afirmación porque es una señal de lectura permisiva que invita a la hermenéutica desde nuestra subjetividad. ¿Qué me dice a mí Vallejo? ¿Qué me dice el cuerpo en su poesía? ¿Cómo asocio esta poesía a mis referentes lingüísticos y psicológicos?

Si hay algo que es un lugar común pero del que no se puede escapar, es que el dolor en Vallejo es una forma de conocimiento que tiene su base en el cuerpo humano. Mónica Saldías4 sostiene que >. La materialidad del ser cobra fuerza gracias a la repetición de términos y a la asociación de palabras.

LA MATERIA

Heredamos del medioevo y de la filosofía y ciencia cartesianas la dicotomía cuerpo-alma. El mecanicismo se erigió como el único paradigma hasta el siglo XX. Entender la realidad pasaba por dividir las partes para describirlas, y así comprender al todo.

El ser humano fue visto como una máquina con varios engranajes para su funcionamiento. Gracias a la ciencia sabemos ahora que esta dicotomía se rompe con la perspectiva integradora del ser, aunque el término 'ser' es sospechoso de encubrir el alma por separado ya que la psicología, como ciencia, estuvo ligada al paradigma cartesiano. Me inclino entonces por hablar del cuerpo, pues sin él la uña no tendría discurso, como diría Vallejo.

Hay una dicotomía estructural, afirman los fervientes católicos, entre la naturaleza tangible del cuerpo y la naturaleza trascendente del alma. Miremos...

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