Jugando a ?nadie sabe para quién trabaja?

Por Juan Paredes Castro

Todos los aspirantes al poder que hoy niegan el 2016 como foco de su interés electoral, incluidos los ex presidentes Alejandro Toledo y Alan García, probablemente acaben haciendo lo contrario, es decir postulando, al cien por ciento.

La propia primera dama Nadine Heredia desearía no echar por la borda su alta popularidad en función de una candidatura presidencial. Solo que necesitaría 1) sortear la prohibición expresa de la ley, por tratarse de la esposa del actual jefe del Estado, y 2) saltar una valla aun más alta, exigente y compleja: la acumulación de éxito del régimen, que por ahora no tiene veredicto.

Toledo, de vuelta al errático corazón de Perú Posible, intenta recorrer las poblaciones con mayor descontento social respecto del gobierno de Ollanta Humala en busca de un beneficio doble: 1) ser el aliado ad hoc de Humala hasta donde la cuerda le dure y 2) fungir de heredero de una masa electoral hoy decepcionada del giro nacionalista de la gran transformación hacia la hoja de ruta, de la que Toledo (¡oh destino!) es auspiciador y garante.

El juego a tres bandas de García no quiere quedarse sin carambola segura: 1) remueve una vez más los cimientos del Partido Aprista para hacer recalar en él las energías de una eventual aspiración a un tercer mandato; 2) en su afán de que el estadista sobreviva al político retirado, el ex mandatario no descuida incursión intelectual alguna en los encabezados mediáticos, con nuevos libros y autógrafas que suscribir y polémicas propuestas en el día a día académico; y 3) no falta el usufructo político que el líder aprista saca a diario de quienes no lo quieren en la lid electoral del 2016 y que de tanto cerrarle el...

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