Jojo Rabbit y Sendero

Por Escritor

?Jojo Rabbit?, el filme que postula mañana a Mejor Película en los Óscar, es una atípica inmersión en la tragedia del nazismo: Jojo es un niño alemán, militante de las Juventudes Hitlerianas, que tiene al Führer como amigo imaginario y que odia a los judíos por mera ideología. La película es un camino salpicado de humor negro en el que Jojo toma conciencia del error en que ha vivido. Algo de ella me hizo recordar a ?La zona de interés?, la novela de Martin Amis, donde tres oficiales nazis tienen que organizar la logística necesaria para realizar con eficiencia el Holocausto. Sarcástico, el libro no fue editado en Alemania y Francia debido a excusas administrativas que nadie tomó en serio. Me pregunté entonces, nuevamente: ¿cuánto tiempo tiene que transcurrir para que un tema doloroso, que hizo sufrir a tantos, pueda procesarse a través del humor?Hace unos veinte años asistí en Buenos Aires a un festival de creatividad, donde proyectaban en un gran salón una retahíla de anuncios publicitarios que postulaban a recibir un reconocimiento. En la pantalla de pronto apareció una ambientación en penumbras, donde un hombre era vejado por sus torturadores: metían una y otra vez su cabeza en un cilindro de agua hasta casi ahogarlo y, cada vez que su rostro emergía en busca de la más recóndita molécula de oxígeno, el torturado iba perdiendo un poco de vida. Al final, luego de una inmersión especialmente despiadada, el torturado le exclama a sus captores: ?¡Está bien, está bien?! ¡Voy a agrandar el logotipo!?. En tanto en el anuncio aparecía la firma de una asociación de publicistas argentinos, una cadena de risas brotó en los asistentes, muchos de los cuales compartían la presión de sus clientes...

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