Jara, Nadine y el Congreso

Por Juan Paredes Castro. Director periodístico interinoEl camino más duro que tiene la primera ministra Ana Jara en pos del voto de confianza del Congreso es el que aún no ha recorrido.Se trata de aquel que consiste en despejar algunas actitudes autoritarias que provienen del interior del gobierno y que son fuente de recelo y desconfianza no solo en la oposición y ahora último en el núcleo duro del Partido Nacionalista, sino en el espectro social y político general del país.Nunca antes Ollanta Humala había tenido en la Presidencia del Consejo de Ministros a una persona con tanta apertura al diálogo y claridad en sus argumentaciones que Ana Jara, pero al mismo tiempo con el mismo problema de todos sus antecesores: el de tener que marchar en medio de la soledad política.Ya René Cornejo pasó por serios aprietos para obtener el voto de confianza del Legislativo. Tuvo que enfrentar sus propias resistencias, pero sobretodo los pesados rezagos de la abrupta salida de César Villanueva. No pudo entonces estar más presente en la agenda política la fuerte injerencia de la primera dama, Nadine Heredia, en las decisiones del gobierno y en aquellas otras relacionadas con la súbita remoción del gabinete.Jara tiene que entender que su designación como primera ministra siguió a dos acontecimientos embarazosos: el brusco alejamiento de Cornejo, a raíz del escándalo de un asesor suyo, envuelto en un presunta conspiración contra un congresista, y la renuncia de seis miembros de la bancada del Partido Nacionalista, como resultado de la imposición, por la pareja presidencial, de la señora Ana María Solórzano en la presidencia del Congreso.De...

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