Invadidos de optimismo

AutorThe Economist

De acuerdo con el legendario administrador de fondos de Wall Street, John Templeton (1912-2008), los mercados alcistas "nacen en el pesimismo, crecen en el escepticismo, maduran en el optimismo y mueren en la euforia". Y puso en práctica esa filosofía en 1939: cuando otros entraban en pánico ante el desencadenamiento de la guerra en Europa, él se prestó dinero para comprar acciones que se negociabana menos de US$1 en la Bolsa de Valores de Nueva York (100 de cada una).

Pocos años después, había obtenido una ganancia de 400% y forjado un molde para futuros inversionistas. Incluso en el siglo XXI, los momentos de "máximo pesimismo" de Templeton presentan las mejores oportunidades de compra. En marzo del 2009, los inversionistas estaban desolados respecto al futuro del capitalismo y, en marzo del 2020, por la pandemia y el cierre de empresas. En ambas ocasiones, la respuesta correcta fue comprar acciones.

Al parecer, octubre del 2022 debería agregarse a la lista. Los bancos centrales subían las tasas de interés a la mayor velocidad en décadas, la inflación era de dos dígitos en la eurozona y disminuía muy lentamente en Estados Unidos, la recesión era casi un hecho, la guerra había retornado a Europay China parecía atrapada entre confinamientos y aumentos de muertes por covid-19.

En tanto, en el hemisferio norte, un frío invierno amenazaba con volver a mandar a las nubes los precios de la energía. El índice S&P 500, de las empresas estadounidenses líderes, había caído cerca de 25% y el DAX (Alemania), más. Como era de esperarse, fue un tiempo excelente para comprar acciones. Desde entonces, el S&P 500 ha subido 28%, su nivel más alto en más de un año y a 5% de su pico histórico, alcanzado a inicios del 2022. Además, la evolución de la tendencia alcista ha seguido el patrón planteado por Templeton.

Nacida en la desesperanza, avanzó a la fase del escepticismo. Los inversionistas pasaron meses apostando a que la Reserva Federal no subiría su tasa de interés a los niveles que los gobernadores de la entidad insistían en que estaba preparada para hacerlo. Aunque con frecuentes retrocesos, los precios de las acciones repuntaban insolentemente.

Durante unas semanas, cuando varios bancos regionales estadounidenses colapsaron por la subida de las tasas de interés, parecía que los escépticos habían ganado. Pero, en realidad, era el momento de pasar a la fase optimista. La esperanza en un boom de productividad provocado por la inteligencia artificial (IA)...

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