La interrogante

Tras una primera vuelta que descartó a ciertos candidatos generadores de insana incertidumbre, podemos volver a observar las tendencias. Haciéndolo, descubriremos que nuestro crecimiento anual se ha consolidado en alrededor de 3% a 4%. Alcanzamos este ritmo sin tener ningún motor macroeconómico encendido y sin pretensión sensata de que esta recuperación resulte sostenible. Y es que las exportaciones no dejan de caer. Tanto las tradicionales (16%) como las no tradicionales (7,5%) cerraron en el 2015 en caída. En el caso de las tradicionales, se encuentran en picada desde hace tres años. También la inversión privada ?que ya registra casi dos años contrayéndose? cayó en 7,2%. Aún crecemos, pero por inercia de gasto previo y por un repunte minero mono-proyecto.No obstante, el rebrote aludido es visto como señal de que ya tocamos fondo y que bajo una nueva administración (cualquiera resulte elegida) todo se recompondrá rápidamente. Que instantáneamente se recuperará el atractivo y el entusiasmo, y que volveremos a crecer a un promedio anualizado de 7%. Esta traza omite complicaciones difíciles de esconder, como los efectos de las antirreformas estructurales de los Humala. Si bien el gobierno resultó incapaz de aplicar reformas chavistas ?por la resistencia congresal y de la opinión pública?, sí postergó las reformas de mercado e introdujo retrocesos que inflaron permanentemente los presupuestos estatales, profundizaron la rigidez laboral, trabaron inversiones y elevaron las regulaciones en forma masiva...

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