Peru y Chile: ¿Inteligencia o desinteligencia en crisis?

AutorDe la Torre Rotta, Anor
CargoPODER Y SOCIEDAD

[ILUSTRACIÓN OMITIR]

No cabe duda de que entre el Perú y Chile existen grandes similitudes en cuanto a sus procesos más o menos recientes en materia de manejo de sus servicios secretos. El régimen militar de Pinochet instauró dos servicios muy cercanos al modelo de policía política, basado en el viejo modelo francés contrasubversivo heredado de la guerra de Argelia: la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) en 1974, y la Central Nacional de Informaciones (CNI) en 1977. (1) Figuras preponderantes de tales organismos lo fueron tenebrosos personajes como el general Manuel Contreras y el brigadier Pedro Espinoza. Mientras, en el Perú, se produjo la reconversión del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) al amparo del Decreto Legislativo 746 de 1991, y del Decreto Ley 25635 de 1992 luego del autogolpe del 5 de abril del mismo año, que reemplazaron a los belaundistas Decretos 270 y 271 de 1984, a través de los cuales se articuló un sistema de inteligencia con rasgos distintivos bastante similares, en varios aspectos, al modelo chileno de Pinochet.

Ambos países, en sus respectivas salidas políticas posautoritarias (Chile en 1990 y Perú en el año 2000), ingresaron a procesos de reingeniería institucional de sus entidades de inteligencia. Chile lo hizo con mucha mejor suerte y planificación que el Perú. Los dos Estados crearon nuevas organizaciones mediante la generación de normativas transicionales: Chile lo hizo en el año 1993 con la Dirección de Seguridad Pública e Informaciones (DISPI), (2) y el Perú en el año 2001 con el Consejo Nacional de Inteligencia (CNI), por Ley 27479. Luego, ambos países promulgarían, desde sus respectivos Congresos, leyes ordinarias de inteligencia con no pocos denominadores comunes: en Chile, en el año 2004, la Ley 19.974, creadora de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), y en el Perú, en el año 2006, la Ley 28664, del Sistema de Inteligencia Nacional y la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI). (3) Estas normas se encuentran bastante estandarizadas en lo que respecta a las nuevas tendencias de la legislación comparada en materia de contrapesos políticos, a modo de control democrático; (4) es decir, de la supervisión externa de las actividades de inteligencia por parte de dos poderes del Estado: el Legislativo y el Judicial. (5)

Un factor clave que marcó una tremenda diferencia en los esfuerzos reformistas y modernizadores de ambos casos fue la continuidad de las jefaturas de inteligencia en democracia: desde 1993, Chile registra solo cuatro jefes de inteligencia (Isidro Solís, Mario Papi, Ángel Flishfisch, actual Subsecretario de Relaciones Exteriores, quien reemplaza a Alberto Van Klaveren y Gustavo Villalobos, todos civiles), (6) mientras que desde el año 2000 a la fecha, el Perú ostenta la triste plusmarca de tener once jefes de inteligencia nacional (Luis Rodríguez Silva, Juan Campos Luque, Alfonso...

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