La inteligencia artificial y los molinos de viento

AutorEnzo Defilippi

Una de las características de los humanos es que nuestro instinto de supervivencia nos hace desconfiar de lo desconocido. Mientras menos comprendemos, más desconfiamos. Pero una cosa es una desconfianza razonable y otra es pasarse una película sobre todo lo que puede salir mal con la inteligencia artificial. Y, peor aún, ¡creérsela!

Eso es lo que parece estar sucediéndole a Yuval Noah Harari, el historiador israelí autor de bestsellers como "Sapiens" y "Homo Deus", quien la semana pasada escribió para The Economist un artículo en el cual argumenta que si no la regulamos, la inteligencia artificial se va a apoderar de la cultura humana.

Sino lo han leído, háganlo. Se van a dar cuenta que la falacia de su argumento se basa en la suposición de que la inteligencia artificial, porque se llama "inteligencia" y es capaz de "aprender" puede crear nuevas ideas y expresiones culturales por sí misma. ¡Nada que ver!

La inteligencia artificial nos sorprende y muchas veces puede engañarnos porque es capaz de adquiriry combinar la base de datos más grande de la historia (todo lo que ha sido publicado por la humanidad) en formas que los humanos no podemos. Pero eso no quiere decir que una vez que entendamos que una imagen o un texto puede haber sido producido por un software, vamos a seguir creyendo que todo lo que vemos o escuchamos ha sido creado por humanos. Sí, los humanos somos tontos, pero es un error suponer que somos tan tontos.

Fíjense en este párrafo: "No es de extrañar que Google esté aterrorizado. ¿Por qué molestarse en buscar, cuando solo puedo preguntarle al oráculo...

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