Inseguridad vial

Por ADRIÁN REVILLA VERGARA. *Cada vez que un accidente con un gran número de muertos sacude al país, como el ocurrido recientemente en Santa Teresa, Cusco, y que dejó 51 peruanos muertos, volvemos nuevamente la mirada a la seguridad vial que no tenemos. Si la informalidad es un cáncer que recorre y afecta a prácticamente todas las actividades económicas del país (más del 60% de la economía nacional es informal), en el transporte el problema es mucho más atroz, pues la sola existencia de la informalidad ha contribuido con causar más muertes que el terrorismo de la década de 1990. En el Perú, el problema del tránsito es catastrófico y perverso. Miles de peruanos mueren cada año ante la indolencia de todos.Los diagnósticos son claros: los accidentes no son producto del azar o de la mala suerte. Es la combinación de una serie de factores que, en concreto, podemos resumir en la existencia de un mal sistema de tránsito, cuyas piezas desarticuladas generan los peores incentivos para que todos nos comportemos como en la jungla. Y no es que los peruanos estemos condenados a no cambiar y que nos guste vivir en medio del caos y del desorden. No es así. Hay una crisis estructural que hasta ahora ningún gobierno ha podido enfrentar con eficacia. Y es que los enfoques del problema muchas veces se limitan a poner el acento en medidas parciales o, peor aun, en buscar medidas efectistas para paliar el problema. Las autoridades de ahora y las de antes han creído erradamente que una buena campaña de comunicación conseguirá milagrosos cambios. O que elevando multas o persiguiendo infractores con afán recaudatorio (como en el caso de las fotopapeletas) solucionan el problema. En ese contexto, la perspectiva es fatal. ¿No hay forma entonces de salir del problema? Al siguiente accidente, ¿volveremos a lo mismo?Los mejores diagnósticos señalan que para la...

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