La informalidad es el enemigo

Por Sandro Venturo Schultz (*)

Gran parte de la sociología peruana, en los 80, celebraba la informalidad. La considerábamos un buen signo de los tiempos. Nuestros padres y abuelos habían tomado al futuro por las astas, puesto que tenían enfrente a un Estado desbordado por las inmensas olas de migrantes y a un mercado interno igualmente ensimismado. Hasta antes de la actual expansión inmobiliaria, Lima se había hecho en gran parte gracias al punche de los invasores. Lo que comenzó como barriada o pueblo joven, se hizo ciudad; lo que originalmente fue un negocio de carretilla, se transformó en una pequeña empresa. Los intelectuales de izquierda y derecha se disputaron la interpretación de lo que venía sucediendo, pero todos concordaban en que el desorden y la inmediatez se compensaban con las ganas de salir adelante.

Hoy, los criterios son otros para evaluar lo sucedido en la última mitad del siglo pasado. Para comenzar, la informalidad también tiene un lado atroz. La autoconstrucción en ciudades como Lima no nos permite saber si realmente los hogares son seguros. Cuando le hemos preguntado a los especialistas qué va a suceder con Lima cuando venga el próximo terremoto, no existe unanimidad. La informalidad en la construcción es una bomba de tiempo. Y esa condena vale para todo tipo de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR