Incentivos perversos

Por Roberto Abusada Salah. EconomistaEn una trágica tergiversación del viejo proverbio que indica que es mejor enseñar a pescar que regalar pescado, el Gobierno ha adoptado una política presupuestal mediante la cual diseña programas sociales ?regalando pescado? y, contrariamente, al normar sobre sus numerosas agencias de supervisión, regulación, control o recaudación, parece promover el criterio de ?enseñarles a pescar?. ¿Si no cómo entender la inaudita política por la cual estos entes públicos se quedan con los ingresos producto de las infracciones y multas que imponen? ¿Cómo entender que la OEFA, Indeci, ANA, Indecopi, Minag, Minem, Produce, Ministerio de Cultura y Sunafil retengan para sí estos ingresos? ¿No resulta obvio que existe un problema de incentivos perversos en esta práctica? No solamente se agigantan los incentivos pecuniarios de multar por parte de la institución, sino que se fomenta el incentivo psicológico que produce muchas veces, en el funcionario que aplica la multa, un sentimiento de poder al enfrentarse con una gran empresa o un prestigioso profesional que tiene que aceptar su ucase. Caso aparte es el de los cuatro organismos supervisores: Osiptel, Osinerg, Sunass y Ositrán los que se financian, en mi opinión arbitrariamente, con dinero de los supervisados, en lo que constituye un simple impuesto escondido. Naturalmente, distinto es el caso de aquellas entidades estatales que cobran el costo de un servicio que otorgan.Más complejo es el caso de la Sunat. Esta se financia con una comisión de alrededor de 1,5% del monto recaudado. Naturalmente la importante labor de la Sunat es la de velar por el cumplimiento de las reglas tributarias, pero el sistema de comisión uniforme que cobra le otorga un incentivo irresistible a maximizar sus cobros mediante la fiscalización preferente a empresas grandes. Estas empresas, catalogadas como ?principales contribuyentes?, representan el 80% del total recaudado a la renta de empresas pero representan en número una ínfima proporción del total de empresas del país (0,02%). El 99,8% restante contribuye el otro 20%. Así, una fiscalización a una empresa grande donde el amplio margen de discrecionalidad que hoy posee la Sunat para interpretar la ley le puede representar una recaudación enorme si se compara con lo que obtendría al ejercitar acciones de fiscalización a innumerables firmas pequeñas. Se produce así un fenómeno...

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