Inédito, una final sin tarjetas

Por Jorge Barraza. PeriodistaNos pareció que teníamos un error de anotación: acababa de concluir el partido de ida de la final de la Libertadores y nuestra libreta de apuntes no registraba ninguna tarjeta, ni amarilla ni roja. Pero no. En efecto, Nacional de Asunción y San Lorenzo pasaron inmaculados los primeros 93 minutos de la definición. De inmediato se disparó el dato: posiblemente, sea la primera vez en 55 años de Copa que se da una final sin amonestados ni expulsados. Difícil confirmarlo, no están las planillas oficiales de las primeras décadas de la competencia. Y antes los medios no consignaban estos detalles.Sin embargo, algo es seguro: después de haber visto decenas de finales ásperas, volcánicas, muchas veces violentas, otras convertidas en batallas campales, con agresiones e incidentes, esta última semeja un juego entre monaguillos. Y es otro fiel reflejo de cómo ha cambiado el fútbol. Ahora es más limpio, sin discusión posible. Los futbolistas se portan mejor, los técnicos no mandan a golpear, hay mayor control, más severidad en el reglamento y la TV es un fiscal impasable. Y eso que ahora se juega con mayor intensidad y velocidad.?Pensé que sería un juego más friccionado y peleado desde el aspecto físico ?nos confesó Wilmar Roldán, el excelente juez colombiano que dirigió la final?. Si a eso le agregamos que ninguno había jugado esa instancia de la Copa, podían sentirse con mucha presión, pero cuando entramos a la cancha y todos los jugadores pasaron dándome un buen saludo y llamándome por el nombre, desde ese momento hubo un respeto por quien iba a arbitrar el partido y lo demostraron durante todo el juego aceptando las decisiones que se tomaron?.?La verdad ?agrega Roldán?, nunca me tocó un partido en fase final con un comportamiento tan ejemplar del juego limpio?.No obstante, si aún quedan rastros de brusquedad es más responsabilidad de los árbitros que de los propios jugadores. El jugador tira de la cuerda hasta donde le permiten. El reglamento es casi perfecto y le da al juez una herramienta para cada caso que el juego le plantea juzgar. Está en él saber utilizarla. El más eficaz de esos instrumentos son las tarjetas. Durante el Mundial hubo pocas amarillas y rojas, en parte porque se instruyó a los réferis ser contemplativos, que no es otra cosa que ser permisivos, para dar continuidad al juego, dinamismo. Está mal, nunca hay que dejar pegar. Pegar es tratar de igualar, con armas ilícitas, la mayor capacidad del rival...

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