Impopular pero correcto

El incremento del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) decretado la semana pasada ha generado la reacción contraria de las empresas que comercializan los productos afectados: cigarrillos, bebidas alcohólicas, bebidas azucaradas, combustibles y vehículos. Yo creo que se trata de una decisión correcta. Es un hecho que estos productos generan costos a la sociedad. También, que lo que aportan es una fracción muy pequeña de ellos (en el caso de los cigarrillos, por ejemplo, solo se recauda el 9% de los gastos de salud generados por su consumo).Los afectados dicen que esta subida perjudicará la actividad económica. Eso puede ser cierto en el sentido estricto, pero no implica que se trate de un error. Es como cerrar una fábrica que contamina. Hacerlo genera un impacto económico negativo (hay gente que pierde su empleo) pero no cerrarla genera uno peor, pues la contaminación es un costo mayor que la fábrica nos está imponiendo a los demás. En el caso de los cigarrillos, la evidencia sugiere que el aumento del ISC del 2016 trajo resultados positivos. En ese año, el número de mujeres adultas que fumaban diariamente se redujo en 8% y su consumo disminuyó de 3 a 2 cigarrillos diarios. El consumo entre escolares, que era de casi 13% en el 2012, se redujo a 9% en el 2017. Las tabacaleras dicen que esta medida generará contrabando. Puede ser, aunque el Gobierno ha anunciado medidas al respecto. Lo curioso es que, según el INEI, estas empresas subieron sus precios 70% (¡!) entre el 2009 y abril del 2016, y desde junio de ese año (después de que los precios ya habían incorporado la anterior subida del ISC) los aumentaron 10% más. Es decir, el contrabando solo parece ser...

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